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Voto de Sibila de Delfos:
9
Aventuras. Acción Inglaterra, siglo XIII. Robin Longstride (Russell Crowe), un magnífico arquero que ha luchado en las Cruzadas al servicio del rey Ricardo Corazón de León (Danny Huston), vuelve de Tierra Santa luchando contra los franceses y saqueando poblados. Cuando Ricardo muere alcanzado por una flecha, Robin se traslada a Nottingham para cumplir una promesa que hizo a Sir Robert Loxley (Douglas Hodge) antes de morir: llevar su espada a su padre, ... [+]
15 de mayo de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no, que no es la leyenda de toda la vida. Que este Robin no es el que todos conocemos. Que no hay sombrerito con pluma ni mallas verdes. ¿Aclarado? ¿Cómo? ¿Que entonces no le gusta? Pero, hombre de Dios, ¿y qué esperaba tratándose de Ridley Scott? ¿No sabe que él siempre va más allá, que (casi) nunca apuesta por lo convencional? ¿No sabe que tiene un afán inagotable por reinventarse incluso a sí mismo?
Porque éso es lo que es Robin Hood, versión Ridley Scott. Una vuelta de tuerca más de un genio a un género que él mantiene vivo prácticamente en solitario. Un género, el de la épica, que si no fuera por él, estaría enterrado entre la mediocridad de algunas cosas (La última legión, 300, Troya), alguna que otra maravilla (El rey Arturo) y el despatarre de buenas películas que no se deciden a ser épicas del todo (Tristán e Isolda). Porque Robin Hood no tiene nada que ver con Gladiator, aunque haya quien se empeñe en decirlo. Ni siquiera se parece a El reino de los cielos. No posee ni la maestría y el encanto inmediato de la primera ni la arrolladora anticonvencionalidad de la segunda. Es, ni más ni menos, una historia sobre inglaterra, sobre Ricardo Corazón de León,su hermano Juan, sobre la invasión francesa.... todo ello sin la más mínima intención de resultar frenética, adrenalítica ni plagada de acción para contentar a adolescentes que no pueden mantenerse quietos dos minutos. La acción, que la hay, siempre está al servicio de los personajes, de los diálogos y de la complejidad de la historia. Cuando llega, éso sí, deja con la boca abierta, bien por la espectacularidad (ver la batalla final) o bien por inesperada. Y entre medias, un Russell Crowe en su salsa, derrochando carisma y atractivo desde su primera aparición, en la piel de un hombre nada admirable al principio y heroico después. A su lado, Cate Blanchett, simplemente soberbia, y con momentos cómicos más eficaces que todos los de los Hombres Alegres juntos. Max von Sydow y Eileen Atkins aportan elegancia a raudales, William Hurt destaca con elegancia, y Oscar Isaac, el gran descubrimiento de Amenábar, se luce como el odioso Juan. Y Scott, acompañado de toda la troupe Gladiator (Arthur Max, Pietro Scalia, Janty Yates, John Mathieson... sólo falta Hans zimmer, cuyo hueco cubre maravillosamente Marc Streitenfeld), se lbasta y se sobra con planos panorámicos y una planificación de escenas inmaculada para demostrar que no hay nadie como él.

Lo mejor: Russell Crowe y Cate Blanchett (impagable el momento previo a la primera noche que pasan "juntos", así como el final en la playa y después en el bosque) y la labor de Scott y su equipo.
Lo peor: No es mejor que sus predecesoras, y los Hombres Alegres resultan algo irritantes.
Sibila de Delfos
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