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Voto de Sibila de Delfos:
9
Thriller. Drama Arthur Fleck (Phoenix) vive en Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente. Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2019
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién nos iba a decir que Todd Phillips, responsable de películas como Road Trip, la trilogía Resacón en las Vegas o la olvidada War Dogs, iba a ser capaz de entregar una película como Joker. Grata sorpresa, sin duda. Nunca hay que dar a un director por perdido.
Y quién les dirá ahora en su cara a los fanboys y fangirls de Marvel que, cuando alguien hace buen cine con personajes de DC (aclaración: no el DC Extended Universe... a nivel de universos, gana Marvel por goleada), la película siempre es mil veces mejor. Marvel tiene su estilo, sí, absolutamente comercial, de humor y de despliegue de dinero y estrellas por todas partes (lo cual no tiene nada de malo, por cierto; al contrario, es un cumplido), y dentro de su estilo han alcanzado un nivel estratosférico (gracias sobre todo a las películas de los Vengadores). El estilo asociado a DC (repetimos, que no al Extended Universe) es otro, más oscuro, más adulto, menos obvio, más real, más reconocible por el espectador, e infinitamente más perturbador y más logrado en cuanto a personajes, drama y narración. Ya sucedió con la magistral trilogía Batman de Chris Nolan. Y luego está este Joker, que es un animal cinematográfico distinto y único en su especie.
La gran sorpresa de Joker, y sin duda uno de sus mejores valores, es disfrutar cómo huye de convencionalismos, lugares comunes y detalles predecibles en su desarrollo narrativo. No hay nada predecible o mil veces visto en la historia de Arthur Fleck. Tampoco es una película de superhéroes, por mucho que se base en personajes de DC, ni es una cinta de acción con gigantescos efectos especiales, reuniones de justicieros y espectaculares secuencias de acción. Si eso es lo que buscaban, se han equivocado de película. Si querían un Joker como los de Jack Nicholson, Heath Ledger o Jared Leto, vuelvan a ver las películas en las que aparecen, porque este Joker de Joaquin Phoenix es otra cosa. Joker, tal como lo ha entendido Phillips, es un drama y un thriller, y sobre todo un aviso sobre la sociedad en la que vivimos. Al contrario de lo que han apuntado ciertas voces, la película nunca glorifica los actos criminales del personaje, ni alaba su comportamiento, ni incita a la violencia. Muy al contrario, lo que hace es advertirnos sobre ello, lanzar el puñetazo de realidad y de violencia en nuestra cara para que nos demos cuenta del mundo en el que vivimos, de cómo una pequeña chispa puede hacer saltar todo por los aires y de cómo las masas pueden perder la cabeza en un segundo y transformarse en animales salvajes. Phillips orquesta todo esto con set pieces que son puro cine y piezas de arte en sí mismas (ver la secuencia en el metro, clave en toda la película, y la reacción de Arthur cuando llega a su casa, o por supuesto todo el tramo final), con imágenes impactantes y una estética deprimida, sucia y pobre, como el personaje. Las imágenes se arropan, además, con la portentosa música que ha compuesto la islandesa Hildur Guðnadóttir, en una de las mejores bandas sonoras que hemos escuchado en años, y acumula suficientes momentos, detalles, frases y secretos (atención al peso en la historia de Thomas Wayne) como para no sólo recomendarla, sino también reconocerla como una soberbia rara avis dentro del cine con personajes de DC y una de las más sólidas propuestas del cine en general en 2019.
Si no se lleva la máxima nota es porque tiene un pequeño problema, no muy grave, de ritmo, que se hubiera solucionado si quizás hubiese sido 5 o 10 minutos más corta, y porque, pese a los esfuerzos que hace el guión por explicarnos cómo Fleck llega a ser el Joker, queda la sensación de que falta algo, una chispa más que termine por firmar el descenso de Fleck por la montaña de la locura. Durante muchos minutos pensamos que va a llegar ese momento, ese pistoletazo final, ese momento de pura anagnórisis que no deje lugar a dudas, pero hasta en ese es ambiguo y original Phillips respecto al personaje.
Sobre lo que no cabe duda alguna es sobre el magistral trabajo de Joaquin Phoenix en la miserable y patética piel de Arthur Fleck. Decir que es el alma de la película y que sin él el resultado no sería ni de largo el mismo es quedarse muy corto. Desde el cuerpo esquelético (asombrosa y estomagante su pérdida de peso, todo huesos salidos y golpes) hasta la expresión corporal, siempre encorvado y arrastrando los pies, hasta su voz apenas audible en ciertos momentos y por supuesto esa risa que hay que escuchar en versión original, Phoenix compone un Fleck de ojos perdidos y mirada destrozada y enferma que resulta tremendamente humano. Es gracias a él que comprendemos que, en un determinado momento (cuando sus dos ex-compañeros de trabajo lo visitan en su apartamento), Fleck ya no existe. Existe el Joker, que es quien protagoniza la última media hora de película y cumple el sueño de Fleck de conocer a su ídolo. En ese momento, Phoenix cambia radicalmente ese cuerpo encogido, esa voz débil y esa mirada febril para convertirse en otro ser, que es el Joker. Y ojo, porque además hace algo sólo al alcance de los más grandes, como Daniel Day-Lewis o el propio Robert De Niro en sus mejores años: desaparece en el personaje. En ningún momento el espectador recuerda que está viendo a Joaquin Phoenix, el actor de Gladiator o Walk the line. No hay actor. Sólo existe el Joker. Simple y llanamente, una sensacional actuación.
Perturbadora, grotesca, certera en sus disparos sociales y descarnada en su retrato de los bajos fondos no de Gotham City, sino de todos nosotros y de la locura, la individual y la colectiva. Esa es la enseñanza de este Joker: sólo hace falta una chispa para que el fuego arda y lo queme todo. Avisados quedamos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sibila de Delfos
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