Es curioso ver cómo se van desarrollando las carreras de los jóvenes actores que surgieron del fenómeno Juego de Tronos. En el caso de Maisie Williams, la inolvidable Arya Stark, está combinando (sin demasiado acierto, todo hay que decirlo), algunas producciones indie de renombre (Mary Shelley), dramas para adolescentes (Cuando apareciste tú), intentos fallidos de unirse al fandom (Los nuevos mutantes) y una retahíla de películas a cada cual más bizarra pero, oye, bastante en consonancia con su propia personalidad como intérprete, que nunca ha sido demasiado convencional.
Este es el caso, una vez más, de The Owners, una salvajada que no se sabe por dónde va a salir. El planteamiento es bastante bueno, aunque algo trillado: un grupo de gamberros sin oficio ni beneficio, deshechos sociales prácticamente, deciden robar en casa de unos ancianos, sólo para descubrir que han escogido a las víctimas equivocadas, ya que se trata de dos psicópatas de tomo y lomo. Sin embargo, el problema es su desarrollo, una absoluta locura llena de violencia, sangre, escaso desarrollo de personajes y multitud de escenas bizarras, como si Julius Berg quisiera ser una especie de mezcla entre Ari Aster y Jordan Peele (ese giro argumental final...), pero sin el talento para lo siniestro y lo malsano de ninguno de los dos.
Curiosa, pero insuficiente, y no tan innovadora como se cree.