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Voto de juanantlopez:
9
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
11 de junio de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores son tan ambiciosos y personales como Terrence Malick, cuya aspiración en cada una de sus películas es reflexionar y explicar, ni más ni menos, el sentido del universo. Da igual que sea en la historia de una escapada adolescente (Malas tierras), en la de unos soldados en la II Guerra Mundial (La delgada línea roja) o en la de un chico educado por un padre severísimo (la que nos ocupa).
La narración de Malick (si se le puede llamar) está basada en los recuerdos de un hombre cincuentón (Sean Penn), que rememora su adolescencia marcada por un padre autoritario y un madre amantísima, casi virginal, que despertaba sus instintos más edípicos. Pasado y presente se entremezclan mientras Malick incluso se atreve a adornar su historia con imágenes de fenómenos naturales y recreaciones de la prehistoria. En eso me recordó un poco a 2001: Una Odisea en el espacio, por su intento de contar la génesis del mundo moderno.
Quienes busquen una película "normal", que no se atrevan con El árbol de la vida. La película de Malick es una constante búsqueda de imágenes poéticas, de la belleza que se filtra a través de la cámara. Malick no está muy preocupado por la historia, que parece fluir sola. Su película es pura poesía, pura belleza, pura sofisticación, puro juego de cámara. Es una película bellísima, atrevida, atípica en los tiempos que corren.
Quizá algunos desprevenidos la vean y la tachen de aburrida, pedante y pretenciosa. Puede entenderse. El árbol de la vida necesita mentes abiertas, necesita cero prejuicios. Necesita colaboración por parte del espectador, pero a cambio ofrece una buena recompensa: un oasis de belleza y reflexión que pocos directores están dispuestos a ofrecer.
juanantlopez
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