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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
6
Drama Malcolm Little (1925–1965) nació en Omaha (Nebraska). Su padre, ministro baptista, murió siendo él niño, y su madre acabó en un psiquiátrico cuando el Ku Klux Klan incendió su casa. Después de ser rechazado por el ejército, cayó en la delincuencia y fue a parar a la cárcel. Allí se convirtió al Islam y cambió radicalmente su vida, convirtiéndose pronto en un carismático líder del movimiento de liberación de la comunidad negra norteamericana. (FILMAFFINITY) [+]
18 de diciembre de 2010
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una figura tan bulliciosa como la de Malcolm X es todo un bombón para cualquier director con hambre de trascendencia. Norman Jewison fue uno de esos y por ello puso en marcha el proyecto para un biopic sobre el político negro. Pero hubo protestas airadas que le negaron un derecho que por descontado tenía. ¿Adivinan quién fue el más ruidoso? Pues sí, Spike Lee, que afirmó que sólo un director afroamericano podría hacer esa película. Supongo que cuando dijo ese "uno" seguramente pensaba en él mismo. Crasso error dado que, ¿acaso no hubiera sido mejor disponer de varios puntos de vista para que su figura gozara de más cobertura y contraste y por lo tanto una visión más amplia? Es esa estrechez de miras, creo yo, el gran problema que afecta a esta película.

Lee te ofrece una película-pasillo. Aquí empiezas y aquí acabas. Y punto. No plantea interrogantes, sólo te da sus respuestas y limita su alcance. Esta película sólo convence o a los fatuos o a sus partidarios, por el contrario, a sus detractores, Malcolm X les seguirá pareciendo el títere de una organización que ganó poder a base de populismo y demagogia. Martin Luther King bien pudo ser una paloma, pero ni se le puede atribuir la autoría de frases vergonzosas ni tampoco tuvo que retractarse de manifestaciones que lanzara en tono absoluto porque siempre pensó en profundidad todo lo que hacía. Cosa que no se puede decir de Malcolm X. Esta película actúa de esa manera y se deja llevar por un pensamiento reaccionario y parcial y se expresa en un tono excesivamente aleccionador y discursivo y al final, por si acaso no estuviera ya todo bien remarcado, encima se añade un epílogo dónde se dice literalmente lo que se ha de pensar.

Por suerte, para evitar que la película sea un panfleto simplón, también te enseña la parte negativa del ídolo. No cae en el clásico error de gente como Ron Howard, que sólo te enseña lo bonito, contándote así medias verdades y por lo tanto mentiras. Lee muestra parte de sus errores y lo equivocada de su percepción del mundo. No te dice que siempre estuvo en lo correcto y que por eso debes amarle. Te dice que se equivocó, fue humano y se corrigió y que por eso debes amarle. Y eso vale mucho más que toda su ambición.

Por otra parte, también hay que decir que cinematográficamente sus virtudes son bastante discretas. Tiene las típicas taras de la super producción y apuesta más por la grandiosidad que por la profundidad y apenas tiene confianza en las imágenes. Todo lo supedita a las palabras de forma que esta película se podría seguir fácilmente si la retransmitieran por la radio. Y es que, si algo le ha de doler a Lee es que luego hayan venido directores como el mismo Norman Jewison o Michael Mann y hayan sabido hacer obras mucho más interesantes, juiciosas e igualmente militantes acerca de importantes figuras de la nación negra. No le vendría mal aprender algo de ellos de la misma manera que a Malcolm X tampoco le hubiera venido mal aprender de Martin Luther King.
Jean Ra
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