... Es que podría haber transcurrido esta historia de amistad homo platónica que lleva el sello de cine argentino, aunque poco tiene de singular, más allá de los giros idiomáticos, la idealización de un vínculo de amistad entre dos hombres adultos en nada diferente a los que hay en cualquier parte -incluyendo el emotivo abrazo entre ambos durante una internación del pintor-, y las escenas finales de un bellísimo paisaje natural que es Patrimonio de la Humanidad. Por fuera de ello, la historia bien podría darse en cualquier otra nacionalidad. Y su elogiada crítica al mercantilismo en el mundo del arte, meramente enunciativo, sin ninguna profundización en el. Además, es contradictoriamente ambivalente, casi denigratoria con un artista que se muestra contestatario -y termina a lo mercachifle- y un marchand pseudo codicioso que en el fondo profesa amor platónico por él.
El film es llevadero, con poco y nada de comedia y mucho de drama nihilista e hiper conversado. De ahí que más que por el guión, tal vez me resultó tolerable -y por momentos entretenida- por mi empatía de tantos años con dos actores emblemáticos del cine, televisión y teatro argentinos que, también en esta ocasión ofrecen una buena performance. Aunque de risueña, poco...
Sinceramente, no la considero gran película -ni siquiera buena; a lo sumo pasable-, sorprendido de que en esta ocasión estoy más de acuerdo con la crítica profesional que con las volcadas aquí por otros cinéfilos con elevado puntaje. Pero bueno: el gusto es subjetivo...
En síntesis, para verla en una tarde otoño, recluido en cuarentena por el Covid-19, no estuvo mal. Es un digno film; no más que eso.