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España España · catarroja
Voto de rambleta44:
9
Drama. Intriga Marc (Álvaro Cervantes) y Rebeca (Úrsula Corberó) son una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia. Allí escribirán la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace una historia repleta de secretos y tragedias. (FILMAFFINITY)
7 de noviembre de 2018
40 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con El árbol de la sangre, Julio Medem retorna a su mejor cine, ese cine poético, telúrico y que rompe cualquier barrera moral o lógica narrativa. Ese cine arriesgado que bordea el precipicio pero que se alimen ta de lo clásico, esos soberbios personajes ensimismados a lo Robert Bresson, ese estudio de la locura a lo Kubrick, ese surrealismo mágico a lo Buñuel o Ripstein.
Hay que aceptar el universo Medem para amar su cine, de lo contrario es normal que uno se aleje de su propuesta y no quiera jugar la enrevesada partida, propuesta de libertad radical donde el bien y el mal, la vida y la muerte, la violencia y la locura acaban fusionándose. Un vitalismo en términos nietzscheanos donde hay que saber, como los personajes, vivir en el caos, a lomos del tigre, del precipicio.
Como en las que para mí son sus dos obras maestras (Tierra y Los amantes del Círculo Polar) aquí encontramos seres que tienen que huir física y mentalmente de si mismos para llegar a conocerse, seres que buscan el perdón y la reconciliación, la redención. El viaje de la oscuridad a la luz de la autoaceptación. La locura, el sexo, la naturaleza, el amor son elementos clave para interpretar un cine plagado de metáforas de una poesía más que hermosa, dionisíaca, la belleza terrible de la vida que se impone al bien.
Medem recupera su seña de identidad más característica: la casualidad como metáfora de lo irracional, de lo inconsciente, de lo vital y de lo existencial, hay en todo su gran cine un ejercicio supremo de psicoanálisis existencial. Entendamos el cine de Medem como una propuesta artística lejana a lo convencional, de un romanticismo visceral y animal.
Esos seres solitarios y atrapados que luchan desesperadamente por conquistar su libertad, son los seres más fuertes y desvalidos, creadores y destructores a la vez, seres de una inimitable belleza y profundidad, su sufrimiento es su fuerza y su huída es su regreso.
Medem, con esta gran película, también ha logrado regresar a lo mejor de su arte, a si mismo, a su esencia, a aquello que lo convirtió en un director único, poeta transgresor, contador de sueños enigmátcos y feroces, director al que hay que amar tanto como él ama a sus personajes, como él ama el cine y la vida en todas sus dimensiones,con toda su pasión de eterno adolescente. Gracias por esa pasión intacta.
rambleta44
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