Película sobre un pasaje del macartismo con pequeños guiños a la actualidad (la película narra unos hechos acaecidos en los años 50 en Estados Unidos, pero está rodada en el 2005 y es evidente que está dirigida a los problemas del presente: la censura, la autocensura, existe hoy como ayer, es igual que antes, y nos afecta tanto o más que antes, y quien no quiera verlo es ciego). Lo que más me ha gustado de Buenas Noches... es lo contenido de la narración; hay más descripción que aliento épico, lo que da apariencia de honestidad; quien ayuda precisamente a alcanzar ese clímax es David Strathairn, el auténtico pilar sobre el que reposa la película ya que su interpretación aporta veracidad, oh sí, parafraseando a Shakespeare, Murrow (Strathairn) es un hombre honrado. Shakespeare aparece en varios momentos de la película y sin duda hay algo del bardo pero también, y mucho, del sentido patricio del honor del que tanto han alardeado las clases acomodadas americanas: la película es la lucha de hombres honrados contra un poder dictatorial en ciernes. La dirección de Clooney es eficaz, pero no brillante, aunque la acotación de la historia a unos límites humanos rasurando los brotes de sentimentalismo fácil es muy valorable. Y claro, luego está Diana Reeves, una de las grandes del jazz, cantando como sólo ella sabe hacerlo.