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Si has soportado el comienzo de esta crítica, sigue leyendo, puede que te interese esta película.

Otra de las rarezas de culto de Jim Jarmusch junto con Extraños en el paraíso, con su elegante blanco y negro esta vez trasladado desde New York a exóticos ambientes sureños. Se podría decir que se trata de una película de fugas, pero quien se espere algo tipo La gran evasión o Fuga de Alcatraz es que no conoces muy bien a su director. Tanto los diálogos como el tempo de la acción son completamente originales y no tienen nada que ver con los de una peli convencional, o se te termina haciendo insoportable o la acabas amando, o te ríes o te duermes, todo depende de tu concepto de cine. Pero el caso es que el director no se centra precisamente en el agujero que excavan en a celda, sino en las relaciones y lazos de amistad que se crean poco a poco entre tres convictos de lo más excéntricos.
Por cierto, os acordáis de aquel enano italiano que brincaba de butaca en butaca en la ceremonia de los Oscar, pues hace aquí un papel inolvidable de italiano despistado, junto con el siempre enigmático cantautor Tom Waits.