1999 fue el año que dió un vuelco al cine tal como lo conocíamos. Esto se produce cada cierto tiempo, y en nuestra era se produjo aquí, se podría decir que llegamos a la posmodernidad.

Entre Matrix y American Beauty, nos mostraron dos nuevas formas de ver el mundo, ambas tremendamente críticas y -a pesar de ello- ambas comerciales.

En el caso que nos ocupa, es transgresora hasta la médula, cuenta con un reparto de órdago (y aún así hay escenas mejorables por lo sobreactuado) y, sobretodo, es una fábrica de sorpresas.

Este film no es recomendable, es imprescindible (aunque en multiples casos, hiere sensibilidades, y por eso tiene ciertas malas críticas).