Partiendo de la base que todo lo que no son los hechos contrastados y conocidos es imaginación de Stone (y es gran parte del film), no hay que denostar su valor como clarificador de los hechos ante un cierto tipo de público.
En concreto ante el público americano medio, incapaz de tragar con el debido documental pero que puede verse algo atraído por una cinta en la que Brolin (sin duda lo mejor) caracteriza con sobresaliente a puede que no el peor pero si el más ignorante presidente de los Estados Unidos de América.

Presenta a Bush más como el imbécil que es que como el delincuente (que probablemente también sea), pero no olvida la parte maquiavélica de sus planes de gobierno achacándola a Rumsfeld y Cheney.
Curiosamente, Powell sale de rositas.