Desde el comienzo es abrumadora, inquietante y muchas veces irritante dado el desorden en su narrativa; pero es increíble y majestuosa la actuación de la protagonista Tilda Swinton, que captura al espectador y le va mostrando fragmentos de su vida, su presente desolador donde se ve a una mujer con miedo y vergüenza; su pasado lejano como una mujer decidida a ser una madre condescendiente, que está segura de que su hijo es igual a los demás, que no existe ninguna forma de maldad dentro de él; y su pasado cercano como una mujer incrédula de su realidad.
Narra una historia desgarradora, donde te cuestionas si el humano es naturalmente bueno y la sociedad lo corrompe, según Rousseau; o el hombre es malo por naturaleza, a menos que le precisen ser bueno, como afirma Maquiavelo; la realidad es que la película nos muestra a un niño con trastornos desde su nacimiento.
La falta de apoyo en una familia con una figura paterna distante, la negación de una madre que muestra que el amor maternal es para siempre, el juzgamiento de una sociedad hipócrita que condena actos de violencia pero aman seguir estas historias, hacen de este filme sobresaliente. El uso del color rojo a lo largo de la película te mantiene en vilo, porque evoca hechos sangrientos que imaginas, pero solo entiendes al final.
En fin una película digna de ver