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España España · mADRID
Voto de RARRA:
2
Acción. Thriller Cuarta entrega de la serie cinematográfica Misión imposible. El agente Ethan Hunt, acusado de un atentado terrorista con bombas contra el Kremlin, es desautorizado junto con toda la organización, al poner en marcha el Presidente el “Protocolo Fantasma”. Abandonado a su suerte y sin recursos, el objetivo de Ethan es rehabilitar el buen nombre de su agencia e impedir un nuevo ataque. Pero Ethan emprende esta misión con un equipo formado ... [+]
29 de agosto de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad es que nada más comenzar a ver la película a uno se le cae el alma a los pies. Al parecer priva en estos momentos lo que simplemente es inverosimilitud. La imaginación y la fantasía quedaron atrás hace tiempo.

Recuerdo bien la serie de TV Misión imposible. Comenzó a emitirse en 1966 y pertenecía género de espionaje. Duró siete temporadas y semanalmente ofrecía un buen entretenimiento de algo menos de una hora. Los protagonistas formaban un equipo de 5 personas que ponían en práctica ingeniosos planes de infiltración con la ayuda de algunos adelantos técnicos para la época.

De la televisión saltó al cine. En la primera de las películas, en 1996, conservó bastante correctamente el espíritu de la serie. Después fue apartándose de él lamentablemente, introduciendo elementos propios de las películas de acción. Conserva únicamente en esta cuarta película una pasajera referencia a la inconfundible música de Lalo Schifrin. La película se permite incluso reírse de su origen: los episodios de la serie se iniciaban con una grabación en magnetófono que, al final, anunciaba que el mensaje se destruiría automáticamente. Y así sucedía, emitiendo algo de humo. Pues bien, ese pasaje se incluye en la primera parte de la película y el artilugio no se destruye automáticamente, sino que el inefable Tom Cruise tiene que darle un golpazo.

Se afirma unánimemente que es una película de acción. Éste es un género perfectamente definido por Vincent Pinel. Surgió como tal género en la década de los 80. Como dice este crítico, la película de acción “encadena sin interrupción escenas de acción hipertrofiadas” y añade que se trata “de no permitir ver y pensar”. El guion no importa. Aunque destaca que se trata de películas cuidadosamente preparadas y promocionadas para dirigirse a un público previamente seleccionado. La cosa es evidente.

Pero Protocolo Fantasma añade habilidosamente algo importante a la película de acción: el suspense que provoca en el espectador una sensación de angustia o ansiedad, ya que se le anticipa un daño o un peligro próximo a acontecer. Probablemente eso es lo que permite que la película sea considerada como entretenida pese a su parcelación en varios escenarios y problemas y a su duración de más de dos horas. Habilidosamente el guion introduce ese suspense en la última parte de la película, aunque sea utilizando el manoseado recurso de la cuenta atrás, y tras esa angustia, incorpora con descaro música de violines, exaltaciones del espíritu de grupo, confesiones y conciliaciones y hasta una tímida sorpresa de índole familiar. Marketing y manipulación no faltan, desde luego, a la película.

Los actores no necesitan esforzase mucho, más allá de las “golpisas” y las “balaceas” como se decía en los doblajes que, desde fuera de España, nos permitieron ver la serie, cosa que aún agradecemos. Tom Cruise con más de un cuarto de siglo en cada pierna sale más tieso que un ocho de atropellos, caídas y aplastamientos. O sea, algo así como una tomadura de pelo.

Las películas Esteso, Ozores y Landa entretenían también a muchos ¿o no? ¿Y por eso había que ponerlas por las nubes? Pues no: eran películas simplonas como ésta, para entretener. Como ésta y además sin disfrazarse de ovejita.

En fin: al palomitero le gustan las películas de acción. Le entretienen: la acción y las palomitas.
RARRA
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