Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
7
Terror Mientras una plaga devastadora -conocida como la Muerte Roja- diezma la población de una pequeña provincia italiana, el sádico y excéntrico príncipe Próspero se encierra con sus amigos en una de sus propiedades fortificadas para evitar el contagio. Para evadirse de la tragedia, decide organizar una fiesta de máscaras, en la que somete a los invitados a todo tipo de juegos depravados, de los que sólo podrán salir indemnes dos inocentes. (FILMAFFINITY) [+]
4 de agosto de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Agarrando al desconocido que se mantenía cual estatua frente al reloj de ébano, se sintieron sofocados por un pavor innombrable al contemplar que no había forma palpable bajo la capa y la máscara. Todos reconocieron entonces la presencia de la Muerte Roja, que había entrado como un ladrón en mitad de la noche...".

Como "El Palacio de los Espíritus" se basaba más bien en una adaptación de Lovecraft, nada tuvo que ver con la longeva saga dedicada por A.I.P. y Roger Corman a Allan Poe, por lo tanto después del fiasco gigantesco que había supuesto "El Cuervo" (no a nivel de taquilla) llega el momento para que el director lleve "The Masque of the Red Death" a la gran pantalla, proyecto de largo aliento por fin hecho realidad, pues aunque siempre deseó su adaptación desde el comienzo de la serie, lo evitó por miedo a las comparaciones que pudiesen surgir con el entonces reciente melodrama medieval "El Séptimo Sello", piedra de toque en la carrera de Bergman.
De todos modos ya habían pasado cuatro años y el de Michigan se lanzó a la aventura, que llevaría a cabo no con Matheson, sino con Charles Beaumont y el autor y guionista veterano Robert Campbell, y no en EE.UU., sino en Inglaterra, teniendo que enfrentarse a rodajes más lentos y minuciosos de los que él estaba acostumbrado, ya que contó con más presupuesto. Por otra parte requirió audacia adaptar el cuento gótico de Poe, con sus alusiones a la muerte, en forma de virulenta plaga, la inevitable escapatoria y su atmósfera de corrupción...

Audacia la también mostrada por Corman y su equipo, quienes incluirían una serie de elementos y obsesiones en el argumento perfectos para terminar siendo pasto de la censura. Puede que haya un castillo como lugar primordial de la acción, pero esta 6.ª entrega se aparta de todas las anteriores; iniciada a partir de una secuencia esotérica formalmente bella en mitad de un bosque, destaca la aparición de Price como el protagonista, el "dichoso, intrépido y astuto" Prospero del relato, repulsivo, que tortura y subyuga sin compasión. Su ser determina las modulaciones de la atmósfera, viciadas de odio, encerrado y concentrado sin permitir la presencia del oxígeno.
De nuevo, secundarios que sirven de ojos al espectador, se cuelan por una rendija a un mundo extravagante y temible, en este caso añadidos por cuenta del guión: una chica (Francesca), su novio (Gino) y su padre (Ludovico), cristianos y parte de la aldea de campesinos asolada primero por la plaga que tan bien describe Poe en sus páginas y luego por la maldad del príncipe. Tal vez nunca el escenario del castillo produjese tal sensación de agobio, de repugnancia como en esta ocasión; Prospero es el clásico noble ruin, de linaje infame al igual que sucedía en las historias anteriores de la saga.

Pero Price, irreconocible en su endemoniamiento, no se lamenta por su pasado, se adhiere a él con júbilo; el argumento plantea de forma cruel e ingeniosa la rivalidad entre la fe católica de los pobres campesinos y la que profusa Prospero, dedicada al ocultismo, las artes oscuras, los aquelarres y el satanismo (como hacía su Joseph Curwen). Mientras el espectro que encarna a la Muerte Roja transmite curiosamente paz y justicia, la presencia física del príncipe figura un demonio, pero un demonio, y eso sí enlaza con los personajes anteriores del actor, temeroso de morir; su contrato con Satán es su seguro de sobrevivir a la guadaña de la Parca.
Daniel Haller sigue impactando con su exquisito gusto artístico, y ahora Nicolas Roeg ejerce de operador, enfatizando el poder del color hasta alcanzar cierto grado de abstracción, ya que eso mismo sucede en el propio cuento de Poe (aquella minuciosidad a la hora de describir las diferentes habitaciones del castillo, todas teñidas de distintos tonos). Mientras tanto lo que tiene lugar dentro es un festín de degradación del más alto orden; Corman nunca estuvo tan cerca en su ciclo del terror italiano, y no tiene reparos en sumergirnos en el ambiente más perverso, depravado y corrupto y que podría concebirse.

Antes la culpa y la tortura, el dolor y la pérdida, llevaban a los personajes a una demencia insoportable, ahora la tortura, el dolor, además de la humillación y el sadismo, se celebran a carcajada limpia; la sensación de distancia es enorme entre este ambiente y el espectador, y provoca una angustia continúa, como les sucede al trío de campesinos atrapados entre esos muros donde lo que se pretende es huir de la muerte y no saben todos esos aristócratas desalmados lo cercana que ésta camina en sus orgías. La adoración satánica alcanza cotas deprimentes como en el caso de Juliana, a quien da vida Hazel Court, regresando a la saga en su mejor papel.
Un último acto, el mismo que el del texto original, con la encarnación de la Muerte Roja deambulando entre los presentes, ebrios y entregados a la jubilosa locura bacanal, es una muestra perfecta del poder visual y la facilidad de Corman para llevar la realidad a otra muy distinta, atravesada por intensidades de naturaleza macabra o formas aberrantes que se abren paso a través del inconsciente hasta conseguir una encarnación física del miedo. El miedo es el que vence, pues la muerte, algo que se nos dejó claro desde "La Caída de la Casa Usher", no se puede esquivar, y menos con arrogancias.

Hay una inclinación a la conservación de la fe en Dios, algo ausente en el cuento de Poe, pues la Muerte Roja anuncia sabiamente a quienes debe dejar vivos, antes de dar paso a un epílogo brillante que vuelve a enlazar simbólicamente con ese cuento y que recuerda a la obra de Bergman.
Con una pequeña subtrama a cargo de Campbell que se tomó de otra obra del de Massachusetts ("Hop-frog", que presenta la venganza del bufón enano), esta entrega sí se hizo con el aplauso general en la época, recuperando el brillo ostentoso de la saga en sus comienzos, y es sin duda otro pilar en la filmografía del cineasta y en el terror de la década de los '60.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow