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Voto de Chris Jiménez:
6
Comedia Fielding Mellish (Woody Allen) es un torpe y tímido catador de productos que, abandonado por su novia, la sensual y atractiva Nancy, decide cogerse unas vacaciones y pasarlas en la pequeña República de San Marcos. Pero lo único que consigue es verse envuelto en un sinfín de líos burocráticos en un país dominado por la guerrilla. Todo se complica aún más cuando, después de la conquista del poder por los guerrilleros, su líder se vuelve ... [+]
26 de junio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Es estupendo, la libertad es maravillosa, pero si estás muerto...es un inconveniente para tu vida sexual".
Sabias palabras de un hombre que nunca sintió el más mínimo interés en política y que, sin embargo, acabaría convertido en todo un líder.

La historia de las revoluciones nos enseña eso, que nunca hay nada escrito, ¡que todo es posible! Así decide Woody Allen hacer mofa y befa de las locuras, manías, hipocresías y corrupción tan propia de los sectores políticos, y siempre observando ésto a través del humor. La segunda experiencia del judío como cineasta (sin contar la estafa "What's Up, Tiger Lily?") llega después del gran éxito de crítica y público que genera "Toma el Dinero y Corre" y su obra de teatro "Play it Again, Sam", donde conoce a una debutante Diane Keaton y rompe con su maníaco-depresiva esposa Louise Lasser (aunque seguirá dándole papeles en el cine).
"Bananas" es su primera producción bajo el sello United Artists, y está también escrita entre él y su amigo Mickey Rose, siendo su principal inspiración el libro "Don Quixote U.S.A.", del autor muy adaptado al cine Richard Powell, y un texto del mismo actor/director publicado originalmente en la revista Evergreen Review con el título "¡Viva Vargas!". El rodaje se desarrolla sobre todo en Puerto Rico, disfrazada como la ficticia San Marcos, donde comienza la farsa, y con una secuencia tan espectacular como mal filmada: el asesinato del presidente de la República (¡llamado "El Presidente"!) y el rápido ascenso al poder del déspota general Emilio Vargas.

Allen utiliza un estilo dinámico mientras se burla de forma abrasiva del exacerbado sensacionalismo en los medios de televisión americanos (sirviéndose, para más inri, de la intervención de dos reporteros reales: Howard Cosell y Don Dunphy) y de la perenne brutalidad dentro de las dictaduras comunistas sudamericanas. De ahí saltamos al escenario clásico tan vinculado a la obra del director y conocemos a su álter-ego, Fielding Mellish; nacido en Baltimore, el entrañable Virgil Starkwell poseía encanto basado en su torpeza; Fielding, como otros personajes futuros, es neoyorkino, de un carácter tan gris como su ciudad y de una irremediable fealdad.
Lo único que desea este pobre desgraciado probador de máquinas de alta tecnología es encontrar a una buena mujer, y parece hallarla en la joven activista Nancy...pero dicho amor no es correspondido, y asistimos así a una de las rupturas más originales del cine. Éste (o el asesinato del inicio) es un buen ejemplo del cariz de "Bananas", no muy apreciada por los amantes de la segunda etapa del director al estar construida sobre una sucesión de "gags" mordaces y absurdos, donde nos obsequia con su pasión por el humor físico de Keaton, Chaplin y los Marx y diálogos ágiles y descacharrantes.

Mientras en lo primero no falla, creando momentos hilarantes de puro surrealismo que se adelantan a las "spoof movies" de décadas futuras (el entrenamiento militar, el tipo tocando el arpa dentro del armario, el muy polémico sueño con los hombres sobre las cruces...), en lo segundo aún muestra una increíble falta de coherencia y sentido de la lógica, convirtiéndose esos diálogos y chistes en auténticos trabalenguas y galimatías que más de una vez rozan el ridículo. También hallamos tras la cámara a un Allen inexperto y experimental, ofreciendo encuadres y planos rarísimos que desubican aún más el flujo narrativo de la historia.
Historia que avanza atropelladamente, con el actor/director apoyándose en la más absoluta improvisación; el ritmo en sí es brutalmente frenético, nada que ver con sus posteriores y más sobrios trabajos (a poco más de media hora el melancólico neoyorkino ha sido abandonado y está en presencia del ejército de los rebeldes de San Marcos). Seguiremos los pasos del hombrecillo protagonista en una especie de cruzada por intentar hacer algo grande...únicamente para satisfacer su vida sexual (pues como Allen, Fielding muestra un interés nulo en las actividades políticas), pero las ansias de poder y la corrupción harán de él un mero hombre de paja.

Con su humor desenfadado y recurrente en abundancia a la parodia, Allen deja por los suelos a los dirigentes políticos de su nación, las paranoias de la Guerra Fría, los radicalismos comunistas y hasta a aquel revolucionario de Cuba que también llegó a dictador, en cuya grotesca caricatura se transformará Fielding: Fidel Castro. Y ello derivando en una larga secuencia que se inscribe entre las más divertidas de todo su cine, el juicio de la condena al protagonista, en el cual los "gags" absurdos que antes pudieran resultar irregulares alcanzan la categoría de perlas del humor gracias a las increíbles intervenciones de unos secundarios impagables (Edgar Hoover "disfrazado" de mujer negra o "Miss America").
A la sombra de Allen, que saca a relucir su lado más gamberro y ofensivo, se pasean una Louise Lasser como el prototipo de mujer "alleniana" impulsiva pero algo estúpida y charlatana, y un Carlos Montalbán simplemente genial, además de otros buenos actores como Jacobo Morales (inolvidable el discurso tan idiota de su personaje al tomar el poder), David Ortiz, Miguel Ángel Suárez o Stanley Ackerman. Dos merecen mención especial: la guapísima Nati Abascal y un joven Sylvester Stallone de despreciable matón, atemorizando al pobre Allen con su imponente presencia en una escena que ha quedado para la historia.

"Bananas" es caótica, delirante, disparatada a todos los efectos; sin ser perfecta es una temprana muestra de adónde puede llegar el neoyorkino con su inagotable ingenio. También le brinda otro gran éxito de público hacia un más ambicioso proyecto: "Todo lo que Siempre quiso saber sobre el Sexo...".
La corona un final increíble, premonitorio de una sociedad obsesionada con la intimidad y su exposición en la pequeña pantalla (y que más tarde abordará los secretos de alcoba de Allen con la misma avidez...).
Chris Jiménez
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