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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama Un cuento moderno sobre la obsesión por la popularidad. Stafford Weiss es terapeuta y escribe libros de autoayuda. Tiene una mujer sobreprotectora, un hijo antigua estrella de la TV en rehabilitación y una hija que acaba de salir del psiquiátrico. La principal cliente de Stafford es una famosa actriz, a punto de interpretar el papel que hizo su madre en los años 60. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2017
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La maquinaria que factura billones de dólares al año y que nos hechiza con sus estrellas, su lujo, sus luces de neón y su cine es en realidad una fosa séptica donde para pagar por cada de una de esas cosas obliga al que lo hace a hundirse en toneladas de miseria y estiércol, y al final lo hace con gusto...

Esta maquinaria se llama Hollywood y el verla despedazada en pantalla ya no es en absoluto un tema original, ni siquiera escandaloso; ¿sentirán un placer masoquista los privilegiados que por esas lindes caminan y medran al ver la imagen que muchas veces ofrecen de ellos en ciertos títulos condenatorios? Deben hacerlo pues este tipo de cine (el "arde Hollywood") no existiría; y eso es lo más paradójico. David Cronenberg, que se vino reciclando y modernizando desde mediados del 2.000, se encarga de introducirse en el podrido seno de la ciudad de las estrellas como las larvas en los cuerpos de sus personajes de "Shivers", y removerse en su interior hasta hacer explotar sus tripas.
"Maps to the Stars" esperó mucho tiempo para hacerse realidad, como casi todos los guiones del autor Bruce Wagner, un experto en hacer sangrar a la comunidad de donde, por otro lado, es nativo; la última obra del director era la distante e insoportable "Cosmopolis", con la que compartirá no pocos puntos. Sobre todo tiene a ese mejorado Robert Pattinson en la piel de un chófer de ambigua personalidad encerrando un álter-ego del propio Wagner; pero no es el protagonista, sino una extranjera, ya en tierra de nadie antes de aterrizar en la soleada Los Angeles: Agatha, y que exhibe el precioso pero para la ocasión malformado rostro de Mia Wasikowska.

El pequeño microcosmos en el que nos mete de cabeza el director comprende dos historias paralelas: la de una familia extremadamente disfuncional (los Weiss) y la de una actriz madura en horas bajas (Havana). Disecciona así todos los recovecos de un Hollywood figurado como máquina de fantasmas y cantera de conspiraciones y secretos, pero utiliza un proceso algo diferente del de Lynch en "Mulholland Drive" (cuya Betty es el homólogo de esta Agatha); aquél disponía un submundo de monstruos que articulaban y manipulaban la realidad exterior desde las sombras, cargando la historia de una desasosegante tensión difusa.
El canadiense observa Los Angeles, lugar de proyección e idealización por excelencia, con sus monstruos pululando en el exterior y, lo que es peor, pretendiéndose gente corriente, viviendo de gestos, miradas y palabras de hipocresía; frialdad pura entre los falsos y muy modernos oropeles donde refugiar sus trastornos, neurosis, miedos, decadencias y fracasos. Un buen ejemplo: el padre (Stafford) distante que sólo piensa en su prestigio como autor mientras su retoño de 13 años (Ben) es un desgraciado drogadicto que se pasea por ahí cual hijo de capo de la mafia.

Sensacional es la naturalidad del guión para atrapar a todos sus protagonistas en un anillo de Moebius donde ambos lados giran como los rostros intercambiables de una misma realidad, y el final se une al principio en un círculo infinito; la dualidad de los personajes como clave esencial del guión. Cargando la atmósfera de cierta sutileza puramente sensorial cercana a la imaginería de Lynch o Polanski, el cineasta se sirve del humor más negro y satírico para disponer los juegos de espejos y dobles que ingeniosamente construye Wagner, con la pareja de hermanos Agatha/Ben figurando la misma relación enfermiza que sus propios padres (delirios de incesto que resultará un tema espinoso para el espectador fácil de escandalizar).
Por otro lado la obsesión de Havana de suplantar a su propia madre, cuyo fantasma será el instigador de sus pesadillas, y que se sirve de la tragedia familiar y los elementos del fuego, el propio cine y el poema de Paul Éluard como conductores entre la actriz acabada y la joven recién llegada, un todo cuyos dos hemisferios interactúan sin cesar; de por medio los fantasmas de dos niños simbolizando un presagio desastroso. Agatha y Ben, torturados en su presente, están atrapados entre los espíritus del pasado (Stafford y Christina) y los del futuro (Cam y Roy).

Mientras, todos hacen del sadismo, la culpa y la degeneración una parte importante de sus vacuas existencias, curándose en pomposas reuniones sociales, desaforadas relaciones amorosas y psicóticas terapias que no llevan a ningún sitio, porque el destino juega en contra y es un arma poderosa. Durante el último acto, Cronenberg, algo que lleva haciendo toda su vida, nos rasga los hígados con violentos actos cuyo incentivo es la pura maldad humana y la locura en su máxima expresión; al final la visión es inmisericorde y así el público acaba harto, desquiciado y empachado con unos personajes con los que resulta imposible comprender y empatizar.
Reverso amargo y áspero de "Get Shorty" y un buen tributo a los clásicos que se burlaban así de maquiavélicamente de las debilidades del Hollywood dorado. Wasikowska y una pérfida Julianne Moore llevan todo el peso del film a sus espaldas, pero ni que decir que Pattinson, John Cusack, Justin Kelly y sobre todo Evan Bird se amoldan bien a sus ruines papeles; técnicamente destacan los ambientes fríos y a un tiempo elegantes que otorga la mano de Peter Suschitzky a la fotografía, dando a la cruda realidad una dimensión de extrañeza que tanto fascina como repugna.

Al ser una producción independiente pasó con rapidez a ser pieza de culto; ni de lejos cubrió en taquilla el coste de realización pero encantó en festivales y a la mayoría de críticos especializados. Cronenberg sabía que no hacía un film para las masas...
Y menos para las que se tragan sin pestañear todos los irracionales "blockbusters" salidos como churros de su fábrica de sueños preferida. Me sitúo así entre los que opinan que ésta es una de sus mejores obras de su etapa madura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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