Hay directores que piensan que rodando nucas con la cámara en el hombro y poniendo planos borrosos de las caras en un tono verde oscuro y varios protagonistas lánguidos ya has hecho una película de cine de autor. Se olvidan que se necesita un buen guion que sustente la historia, el encuentro de cuatro amigos treintañeros no es suficiente si como ocurre en “Las distancias” en realidad no pasa nada. La película parte de la visita sorpresa de tres amigos de la facultad y la novia de uno de ellos a otro que está en Alemania para celebrar su cumpleaños. Tras un primer encuentro y un suceso que promete, se desencadenas distintos diálogos entre los amigos y poco más, podría ser perfectamente un reality show con cámara oculta, el suceso que promete se queda en nada. De Berlín no se ven más que cuatro calles mal puestas que podrían ser de cualquier ciudad. Los actores están muy bien en sus papeles, de cuatro treintañeros bastante presuntuosos, con los que empatizas de poco a nada. Encima el doblaje se nota mucho.

La novia del amigo antipático llega a decir: “que fin de semana más absurdo” pues eso, no puedo estar más de acuerdo.