Lejos de parapetarse tras un cuarteto protagonista de peso, Moverman nos introduce en una película que pretende analizar las relaciones entre hermanos, el pasado familiar traumático, las relaciones con los hijos propios y los que nos encontramos ya en el matrimonio, las enfermedades mentales, la política y la honestidad de los políticos... En fin, se pretende abarcar tanto que la cosa queda en una especie de lío en el que los personajes no dejan de hablar y expresar teorías, con saltos al pasado que no explican gran cosa. El espectador primero se siente intrigado pero, inmediatamente, pasa a un estado de confusión que le lleva, normal, a un desinterés por lo que le están contando. Una película fallida en la que destacan, sobre todo, las dos protagonistas, Hall y Linney. Y poco más, la verdad.