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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama En los años treinta Celestine (Jean Moreau), una joven parisina, entra a trabajar como doncella en casa de una familia aristocrática en Normandía. Su presencia alterará la vida de los excéntricos residentes de la mansión. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La moral burguesa es lo inmoral para mí, es aquello contra lo que se debe luchar. La moral fundada en nuestras injustísimas instituciones sociales, como la religión, la patria, la familia, la cultura, en fin, los llamados pilares de la sociedad”. Luis Buñuel

Tras un largo viaje en tren desde París, Célestine llega como empleada a la casona del señor Rabour, la cual éste habita con su hija y con el esposo de ésta, el señor Monteil. Desde el momento en que es recibida por la Sra. Monteil, Célestine (y nosotros también) podremos advertir la preocupación materialista de la familia y el afán de poseer y conservar chécheres con los que pretenden llenar sus vacíos interiores. Seguidamente, saldrán a flote los problemas sexuales (frigidez, lascivia y fetichismo) que envuelven a la familia y la nueva empleada comenzará a sentir que en ese ambiente no va a durar mucho. Pero, los y las empleadas, a veces terminan pareciéndose a sus empleadores y vamos a ver que ocurre con esta muchacha que también despertará los deseos de la familia.

La novela, “Le Journal d’une Femme de Chambre”, que, el brillante escritor francés, Octave Mirbeau (1850-1917), publicara en 1900, ya había sido llevada al cine por, Jean Renoir, con el título, “The Diary of a Chambermaid” (1946), pero, sería el español Luis Buñuel, quien tomaría muy en serio las palabras de Mirbeau cuando en su novela, “En el Cielo”, escribió: “El arte, no es volver a hacer lo que otros hicieron… es hacer lo que uno ha visto con sus ojos, sentido con sus sentidos, comprendido con su cerebro“, y fiel a esto, la película conserva a todo lo largo y ancho, un toque buñueliano que se adivina enseguida, y con el que veremos, fielmente reflejada, a una clase social bastante decadente, al tiempo que disfrutaremos de esa estética tan particular que caracterizaba a este notable cineasta. Entonces, podremos captar efectivas metáforas como la del señor Rabour disparando a una mariposa… La del capitán arrojando la basura a los Monteil, porque así los considera... O, entre otras, el jabalí persiguiendo a una liebre, como reflejo de lo que hace el mayordomo, Joseph, tras ver adentrarse en el bosque a la pequeña Claire.

Prescindiendo esta vez del surrealismo en sus expresiones oníricas (tampoco hay música), la historia, escrita por el propio Buñuel, con la colaboración de Jean-Claude Carriére (a quien también veremos en el rol del cura), se asemeja ideológicamente a la posición política de Mirbeau, quien se caracterizó por un espíritu pacifista en la condición más avanzada del anarquismo; y también por su posición antimilitarista y anticlerical al comprobar que, los curas, se asociaban a los militares en sus afanes represivos y cargados de dobleces.

Políticamente, <<DIARIO DE UNA CAMARERA>>, hará una recreación de época, mostrando con ciertos detalles el deplorable rol del fascismo y el antisemitismo… y con una escena de cierre muy efectiva donde, además, Buñuel nos hace presentir que aún no vendrán tiempos mejores.

El reparto, lo encabeza, Jeanne Moreau, la cual caracteriza a la suerte de doncella que termina por impregnarse de ciertas cosas que su conciencia reprocha. George Géret, con su personaje del impredecible Joseph -magníficamente representado- nos recuerda, en cierta forma, al mayordomo que, James Fox, representara en “The Servant” (Joseph Losey, 1963), sobre todo en el sentido de tener más poder del que debiera; y Michel Piccoli es Monteil, la clase de individuo “capaz de tirarse a su propia madre”.

Por estas y otras tantas cosas, Luis Buñuel, agrega aquí otra de sus brillantes películas.
Luis Guillermo Cardona
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