“Amor” no es una película fácil de ver. Tanto el tema que trata como la casi ausencia de diálogos y música reclama por parte del espectador una férrea voluntad de resistencia al dolor ajeno a la vez que lo obliga a ser cruel testigo de la decadencia tanto física como mental de su protagonista femenina. Si no hay nada que reprochar, muy al contrario, a su espléndida pareja protagonista (impresionante Emmanuelle Riva en el desarrollo de su personaje) si se hubiera agradecido algo más de concisión por parte de Haneke en algunos pasajes. Una cosa es pretender recrear el proceso de la enfermedad de una manera natural, retratando el día a día de una forma casi documental y otra recrearse en algunas situaciones más de lo debido descuidando de alguna manera personajes secundarios y situaciones (qué pasa realmente con la cuidadora despedida) que le hubieran dado más ritmo a la narración. En este sentido me parece que el personaje de la hija interpretada por Isabelle Huppert está algo desaprovechado y podía haber dado más juego a la historia. A pesar de todo esto es evidente que estamos ante una de esas películas que no deja indiferente. Michael Haneke vuelve a golpearnos duro mostrándonos una de las caras menos amables de la vida. Lo hace de una manera realista en la que apenas hay sitio para la esperanza. Seguramente ese amor imperturbable que da título a la película represente el único signo positivo que se contrapone a la triste realidad de una historia que huyendo en todo momento del sentimentalismo acaba tocando la fibra.

Lo mejor: Emmanuelle Riva, magnífica.

Lo peor: que resulte algo impermeable.