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España España · Barcelona
Voto de AMQE:
6
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
31 de mayo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los aspectos negativos que comporta el ser un director consagrado es que cada nueva película es esperada con unas expectativas que muy raramente se ven cumplidas. El caso de Pedro Almodóvar sería un buen ejemplo y particularmente esta, su última película se ajusta perfectamente a lo expuesto anteriormente. Y no es que “Los abrazos rotos” sea una mala película. Seríamos injustos si la calificáramos como tal, y si se tratara, por ejemplo, de la opera prima de algún joven director estaríamos alabándola como el prometedor principio de una probable brillante carrera. El problema de “Los abrazos rotos” es que de Almodóvar se espera algo más que una buena historia, que un guión sin fisuras, que un ejercicio de academicismo. Se espera que sorprenda, que emocione, que los personajes traspasen la pantalla y toquen la fibra sensible del espectador. Y lamentablemente esto no pasa en “Los abrazos rotos”. Y a mi modo de ver no pasa principalmente por la poca sintonía que se adivina entre su pareja protagonista. Dos excelentes actores como Penélope Cruz y Lluís Homar, sorprendentemente no funcionan como pareja en pantalla. No transmiten la pasión que se les supone a sus personajes, no hay química entre ellos y esto, que hubiera golpeado mortalmente a cualquier otra película, queda compensado con la potente historia con la que Almodóvar nos vuelve a sumergir en el mundo de las bajas pasiones que han caracterizado siempre el melodrama clásico, si bien impide que esta película llegue a ser la obra maestra que en un principio podía esperarse.

Y aun con todo, el sello Almodóvar sigue estando presente a lo largo del metraje, tanto para lo bueno (aunque casi todo el mundo destaca la inspirada escena del auto-doblaje de Penélope Cruz, un servidor se queda con el plano de las manos de Lluís Homar tocando la pantalla de televisión, intentando visualizar ese “último beso”)como para lo malo (ese guiño que nos lanza Almodóvar en forma de película cómica, aunque se agradece como ejercicio de nostalgia, no deja de resultar un parche que rompe el tono melodramático del resto de la historia).

En definitiva, un Almodóvar menor, una película que nos habla de los límites de la pasión, del amor y la obsesión, nada nuevo en el universo almodovariano, pero lastrado por la poca cohesión de sus ingredientes principales, incapaces de insuflar las dosis de intensidad y emoción que una película como esta pedía a gritos.

Lo mejor: el inconfundible sello Almodóvar.

Lo peor: el personaje de Rubén Ochandiano.
AMQE
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