Una obra maestra de película, con un comienzo que nada tiene que ver la genial recta final, lo cual es de mucho agradecer. CINE CON MAYÚSCULAS, sin más.
Una dirección de Woody Allen muy ingeniosa, con unos planos generalmente estáticos que muy inteligentes. Si os dais cuenta, el centro de atención con la cámara se enfoca únicamente en los personajes principales, y en algún que otro personaje secundario. Fíjense en el momento en el que la chica que trabaja para el personaje protagonista (Rhys Meyers) le comenta algo y él está sentado, en la oficina, en ningún momento vemos el rostro de la mujer; eso nos da a entender que ese personaje no aporta nada a la trama, y por tanto este es un claro ejemplo de que Woody Allen quiere que nos centremos en los personajes que llevan la trama. Asombroso el ingenio de este hombre.
Un argumente bastante notable, que a pesar de que ha sido cientos de veces visto en diversas producciones, el guión y su genial puesta en escena lo hacen un producto único.
Entretenida y tensa, con sus momentos lentos, unas brillantes interpretaciones y una banda sonora impecable.
No confiaba en Woody Allen hasta que he visto esto; solo digo eso.