Un argumento en el que reinan la persecución, la venganza y los ajustes de cuentas es la premisa en la que se sustenta esta tópica cinta de acción: un ex oficial de inteligencia al que llamaremos Griffin (interpretado por Daniel Bernhardt, actor que solamente lo conocen en su casa) vive una tranquila vida con su pequeña hija Emily (Tessa Sugay) hasta que ella es secuestrada por unos peligrosos miembros de la Yakuza japonesa liderados por Minushoto (George Cheung) que lo extorsionan para que asesine a un importante hombre de negocios. Griffin se verá inmerso en una trampa pero volverá a recurrir a sus tácticas de mercenario y nadie le podrá detener. Pero Minushoto contará con el apoyo de un asesino profesional (Miles O´Keefe) para neutralizarlo. Por otra parte, un detective (Jonathan Lutz) y una guapa oficial de los Servicios de Inteligencia (Beverly Johnson) seguirán la pista de Griffin que deja tras de sí los resultados de su furia y mala leche con el fin de poder rescatar a su hija.

Película de acción destinada exclusivamente para su uso doméstico. En otras palabras: un producto barato y para que les guste la acción con mamporros, patadas y pólvora siguiendo los parámetros, si los hay, de un guión fácil con diálogos pobres pero lo suficientes como para pasarlo bien un sábado por la tarde, como revulsivo a la ya de por si aborrecible programación de sobremesa televisiva.