Peculiar y algo lento drama con elementos de Ciencia-Ficción que aprovechó la popularidad de David Bowie, como rey del glam-rock de esos lejanos años setenta y que interpreta a una criatura del espacio exterior que toma la apariencia humana de Thomas Jerome Newton, un ciudadano corriente pero que empieza de cero. Establecido en la Tierra, aprovechará sus recursos para hacerse con la fortuna y el control que cualquier terráqueo desearía y contará con la ayuda de un abogado (Buck Henry) cuando se le presenta con unos documentos que representan unas patentes que le pueden convertir en el Amo del Mundo. No obstante tiene en mente, la añoranza que siente hacia su mujer y sus hijos víctimas de la eterna sequía de su planeta. Pero el imperio económico que ha creado con sus poderes y que le permiten diseñar una nave que le llevará de vuelta a casa le obligan a quedarse allí viviendo de la abundancia y sujeto a un estilo de vida que habría deseado en su lejano mundo. La irrupción en el plano sentimental con una empleada de hotel, Mary Lou (Candy Clark) también obstaculizará sus planes de regresar a casa.

Nicolas Roeg que ya había trabajo con otra estrella del rock; Mick Jagger en “Performance” (1970) se excede en el metraje e incluso se permite la valentía de desafiar al espectador olvidándose de Bowie y su odisea por la Tierra (en este caso la asfaltada jungla de Nueva York y algunos parajes desérticos) presentándonos al entorno de ambiciosos abogados, ingenieros y chicas fáciles con que se mueve y el modo en que su influencia extraterrestre ejerce sobre ellos, siendo tal vez, el mismo y despreocupado personaje que interpreta el cantante londinense, el más humano entre todos por más que la excelente labor de maquillaje de la que fue sometido en su caracterización de alienígena del espacio exterior se lo impida.