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Voto de Meinster:
8
Drama Verano de 1994. Amin (Shaïn Boumedine), un joven aspirante a guionista y fotógrafo, regresa a su pueblo costero en el sur de Francia después de vivir un año en París. Nada más llegar descubre que su primo Tony (Salim Kechiouche) mantiene un romance secreto con la joven Ophélie (Ophélie Bau), que está prometida. Amin pasa el tiempo en la playa mientras se reencuentra con sus amigos y familia, todos de origen tunecino. Conocerá a varias ... [+]
4 de abril de 2018
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si uno contempla la obra de Kechiche puede ver una clara progresión, su búsqueda desde el principio es la de meter al espectador en la película, hacerle partícipe, no tan solo por mostrar un tremendo realismo en la narración, los personajes, las situaciones, el diálogo, también el ritmo ha de resultar real, así lo que se nos muestra se toma su tiempo como si en lugar de transcurrir en una película transcurriese en la realidad. Su estilo ha ido perfeccionándolo película a película si en Cuscús se acercó a la obra redonda esta la consiguió con La vida de Adèle, en ella el espectador se acercaba a su protagonista hasta el punto de sentirla, pocos retratos tan cercanos se han realizado.

Y ahora en Mektoub, My Love: Canto uno lleva su apuesta aún más allá. Apenas hay historia en una película de 3 horas de duración, básicamente son una serie de personajes y las relaciones que se establecen entre ellos, con una sorprendente naturalidad y frescura, no parecen actores, Kechiche saca oro de ellos, la mayoría noveles, no actúan son el personaje, el film no parece una película y el espectador tampoco parece un espectador, siente que forma parte de ese grupo, se siente partícipe, la mirada de Amín es la mirada del espectador y viceversa.

El problema, presenta varios, por un lado no mucha gente está dispuesta a ver una película en la que en un plazo tan largo apenas suceda nada, no muchos están dispuestos a aguantar diálogos banales, escenas que pueden ocurrir un día fin de semana o un verano cualquiera, que puede ver por la calle. Por otro, todo aquello de lo que acusaban a Kechiche en La vida de Adèle aquí se ve mayorado, el hiperrealismo, las escenas muy largas que no aportan nada, salvo naturalidad y quizás magia (esas ovejas), la erótica mirada masculina, aquí no tiene disculpa, con especial hincapié en traseros y especialmente dedicada a Ophélie Bau y sus voluptuosas curvas, la convierte en un mito erótico del cine del siglo XXI.

Realmente es una película difícil de puntuar, días después de haberla visto permanece en la cabeza, va dejando poso, se echa de menos. Posee momentos de gran cine, el naturalismo que envuelve todo, desde el comportamiento de sus personajes hasta su fotografía, su luz, maravillosa. El espectador forma parte de ese grupo de jóvenes que pasa un par de semanas de verano en los años 90 en la ciudad de Sète. Y las 3 horas pasan en un suspiro, como unas vacaciones, incluso me quedo con ganas de más, espero un Canto dos, y quizás un tres, la película puede seguir y seguir, ofrece un momento de frescura, irregular pero mágico. De esas películas para ver en el cine, porque no tiene efectos especiales ni escenas espectaculares, pero es un tipo de película que gana muchísimo en el cine, con la solemnidad e imposición de este.
Meinster
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