Pocas sorpresas hay en el desarrollo de la acción. Es más, lo que menos importa es la tensión que cae en tópicos como la conclusión en el edificio en obras. Interesa el homicida y la testigo. El primero, con el impresionante porte de George Sanders, por sus ideas de la violencia, su pasado nazi y su inteligencia manipuladora. La segunda, siempre solvente Stanwyck, por el punto de locura que imprime a su personaje: su corta estancia en la unidad de psiquiatría se resuelve en una escena excelente, con actrices de la talla como la luego conocida Juanita Moore, que refleja la salud mental de una manera acertada y adelantada a su tiempo.