Hace unos días volví a visionar esta entrega, la cual es de lejos la más bizarra de todas y esto es algo en lo que Tom Cruise (como productor) tiene mucho que ver.
En la primera entrega los desacuerdos entre Brian de Palma y Tom Cruise fueron sonados, y claro era de entender que en esta nueva entrega el protagonista quería tener mucho más control sobre el proyecto, de aquí a que fuera elegido el director John Woo. Ambos dieron rienda suelta a todo tipo de macarradas posibles y a, cómo lo diríamos, a ciertos fallos en el guión o situaciones que dan vergüenza ajena (lo de la semana Santa y las fallas).
Tom Cruise parece que elegió a actores que estaban de relleno y es que ni los malos (Dougray Scott y Richard Roxburg) que son de pandereta, ni el "equipo" logran estar a la altura de un: "Hola soy Tom Cruise, el puto amo de todo esto". Lo de Thandie Newton más vale dejarlo para el bueno de Iker Jímenez y que le dedique un capítulo dentro de su programa.
Lo más destacable del film es la banda sonora de Hans Zimmer. Aquí el germano, que venía de Gladiator, tiró el resto, metiendo un nuevo sonido a la clásica música de la saga y demostrando que se adaptaba a todo tipo de proyectos (el tema Injection con LIsa Gerrard, te pone los pelos de punta).
Es de entender que la saga estuviera tantos años parada hasta la siguiente entrega y es que toda una generación quedamos muy tocados, por las locuras del director y del actor que se pasaron de frenada en esta ocasión.