Como ya nos mostrara el mismo año Edward Zwick con El último samurai, los luchadores nipones tenían las horas contadas. Yojiro Takita utiliza el flash-back como vehículo de la historia del samurai Yoshimura, un héroe atípico por lo ufano y tacaño que parece a simple vista, y hasta desagradable a ratos, porque el espectador no maneja al comenzar el film, suficientes datos para componer la personalidad de este singular samurai. Una de las virtudes de la película es el pausado tratamiento acerca de la personalidad de Yoshimura.

Es cierto que por momentos peca de parsimoniosa y con tendencia a estancarse dónde quizá debería contener algún giro inesperado. Aún y todo es un buen y distinto film del estilo de El ocaso del samurai. Especial mención para el vesturario y el maquillaje.