El cine de Hollywood está volviéndose demasiado complaciente y acomodaticio, tienen moldes de guión prehechos y se limitan a rellenar con situaciones que ya han usado en otras mil pelis. En el caso que nos ocupa el héroe tiene un subidón, luego un bajón, luego un subidón más otro bajón y al final llega su redención. Todo masticado por el mismo chicle, carente de sorpresa, ingenio, interés y, porque no decírlo... moral.

La misma fórmula para las demás películas y una buena campaña publicitaria te aseguran la caja y quizá, dependiendo del grado de toxicomanía de la crítica remunerada, hasta alguna reseña notable que apele a la dirección, argumento o interpretaciones. Lo malo de todo esto, es que los pocos directores con ingenio suelen ser unos pedantes y unos muermos de aquí te espero, que nos mandan señales subliminales para que dos meses después pillemos de que iba el chiste. Y con esos tampoco puedo.

Así que nos queda la fórmula mágica que siempre funciona, lo que ocurre es que algunos ya estamos hasta los huevos, y demandamos otro tipo de trato basado principalmente en el respeto a la inteligencia del espectador, que como se observa mientras van pasando los años, se pasan por el forro de los c...