Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Mengo:
5
Drama. Comedia. Romance Mark O'Brien (John Hawkes), poeta y periodista tetrapléjico y con un pulmón de acero, decide que, a sus 38 años, ya es hora de perder la virginidad. Con la ayuda de su terapeuta y la orientación de un sacerdote (William H. Macy), Mark se pone en contacto con Cheryl Cohen-Greene (Helen Hunt), una profesional del sexo. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en el artículo de Mark O’Brien (“On Seeing a Sex Surrogate”, 1990) el protagonista nos ata de cuello para abajo a la primera persona, en la película Ben Lewin nos impone una distancia que nos previene del contagio de la polio.

Donde "Intocable" (Olivier Nakache & Eric Toledano, 2011) aportaba humor, "Las sesiones" lo sustituye por cotidianeidad. Y sí es cierto que las escenas sexualmente explícitas resultan fabulosamente asépticas, pero es que la historia no va de eso. La historia va de un tipo paralítico de 36 años que necesita conocer lo que es el sexo. Y es terrible. De un tipo reflexivo que no da un paso sin asegurar el anterior, de un tipo con miedo a lo desconocido, pero de un tipo valiente que se desnuda en cada texto que escribe. Pero Lewin, huyendo del sentimentalismo barato, hastiado tal vez de ser él mismo víctima de condescendencia hacia un enfermo de polio, decide no arriesgar.

Así se desaprovecha el conflicto religioso que supone la contratación de una sustituta sexual –esto no parece preocupar mucho a un sacerdote que cogieron prestado del set de “Regreso al futuro”. Se desaprovecha la confrontación pública de una prostituta y de una sustituta (sexual). También el conflicto entre conocer el sexo de forma esporádica y volver al estado de celibato crónico después –el final, digno de una película para niños, fastidia aquí la intensidad existencialista del relato.

Sí es muy interesante, sin embargo, la relación entre los dos terapeutas de la película. Mi médico de cabecera solía decir que antes la gente iba a contarle sus problemas al cura, pero ahora van a desahogarse con su médico. ¿Cuánto tiempo la sociedad cristiana occidental ha gozado de un psicólogo público en cada capilla? Un lujo que la Seguridad Social no puede permitirnos. También antes la gente iba a pasar la tarde al cine, pero ahora la pasa delante del Facebook, Twitter o WhatsApp. ¿Cuánto tiempo la juventud occidental ha gozado de un espectáculo de entretenimiento y reflexión en cada sala de cine? Un lujo que el precio de las entradas... no puede permitirnos.
Mengo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow