Está claro que la saga de Piratas del Caribe es una de las más exitosas de la historia del cine. El espectáculo de acción, humor, aventuras y efectos especiales que monta el director Gore Verbinski resulta practicamente irresistible para el gran público.
Esta primera entrega es la más equilibrada de las tres. Un equilibrio que se perdió en favor de la acción desaforada en la segunda entrega, y que se recuperó en parte en muchos momentos de la tercera.
La maldición de la Perla Negra, pese a que tiene que presentar a los personajes y adentrarnos en la historia, lo hace por todo lo alto desde el primer momento. Lejos de aburridas introducciones, tras una breve introducción, hace su estelar aparición el que será el protagonista de la función, el pirata Jack Sparrow. Y a partir de aquí comienza una trepidante aventura, en la que Jack Sparrow tratará de recuperar su barco, La Perla Negra, con la ayuda de la impetuosa hija del gobernador y de un joven pirata que no sabe que lo es. De esta forma tendrán que hacer frente a las autoridades británicas, que intentarán detener a Sparrow y recuperar a la chica, y a la tripulación de La Perla Negra, capitaneada por el temible Hector Barbossa, y sobre la que recae una terrorífica maldición.
La película es la puesta en imágenes de una atracción de Disneylandia, y la verdad es que para tener un punto de partida tan limitado, la película es resultona y muy entretenida. Utiliza los códigos del cine clásico de piratas para actualizarlos, modernizarlos en incluso saltárselos a la torera en más de una ocasión. El director Gore Verbinski, con una carrera breve en la que hay algún acierto aislado y algún fracaso notable, consigue controlar la infinidad de medios con la que cuenta, y dirige una película que no destaca precisamente por su elegancia y su clasicismo, pero que transporta al espectador a un mundo donde se imponen la aventura y la fantasía.
Uno de los principales logros de la película es la figura de su protagonista, Jack Sparrow, un personaje tan divertido como despiadado, con el que Johnny Depp se desmelena en una interpretación gozosa y disparatada, que le valió una excesiva candidatura al Oscar. En la misma línea brilla también el estupendo Geoffrey Rush como Barbossa, que en la tercera entrega ganará en protagonismo. Poco tienen que hacer a su lado los guapos, pero más bien sosos Keira Knightley y Orlando Bloom.
Piratas del Caribe está lejos de la elegancia y del clasicismo de las grandes películas de piratas, algo que el público de hoy en día quizás no sepa apreciar, pero ofrece la suficientes dosis de acción y entretenimiento como para disfrutar de ella sin complejos.