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Voto de TOM REGAN:
6
6,9
3.662
Western. Drama. Romance
En el verano de 1870, Averill e Irvine terminan sus estudios en la Universidad de Harvard. Veinte años después, viven en circunstancias muy distintas. Averill, más serio y visiblemente más viejo, se ha convertido en un "marshall" federal. Por su parte, Irvine, destruido y arruinado por la bebida, pero todavía en su sano juicio, es miembro de la asociación Stock Growers Agricultores, que está involucrada en un conflicto. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
150/08(14/07/16) Irregular western crepuscular escrito y dirigido por Michael Cimino, ha pasado a la historia como film maldito, fracaso que marcaron un antes y después en el cine, causante del hundimiento de la United Artists, tras un rodaje caótico, la productora ante el megalómano metraje, el que era el nuevo niño mimado de Hollywood, Cimino, tras su éxito (y oscarizada) con “El cazador” sufrió un varapalo tal que jamás se recuperaría de la hecatombe, tardó cinco años volver a filmar otro film, “Manhattan Sur”, solo rodaría cuatro films más. Cimino se embarcó en un relato sobre el Nacimiento de la Nación, historia oscura sobre una batalla desigual a finales del SXIX entre ganaderos adinerados apoyados por leyes estatales frente a colonos granjeros recién llegados de Europa, en el estado Wyoming, la llamada Guerra del Condado de Johnson, para ello la UA le dio libertad presupuestaria que el realizador italoamericano sobrepasó en su grandilocuencia y enfermizo perfeccionismo por mucho, multiplicando por cuatro el presupuesto inicial hasta los 44 millones $, solo recaudó 3,5 millones $, ni una décima parte del costo, encima la crítica se cebó con ella, siendo nominada a cinco Razzie, ganando Cimino al de peor realizador dos años de ganar el Oscar, siendo además nominada a cuatro más. La crítica en general con el paso de los años se ha ido dividiendo entre los que les gusta el film y los que ve un ataque de pomposidad sin entramado sólido que sostenga su gran ambientación, yo me encuentro en el segundo grupo. Hay varias versiones del film, yo he visto la de 216 minutos, estrenada en 2012.
Western envuelto en la melancolía, ocasísticos, crepuscular, sobre el fin del oeste salvaje, nos habla con afán crítico sobre el doloroso parto de un país, sobre las luchas intestinas que edificaron los confines de los Estados Unidos, sobre como a través de la violencia se gesta la colonización de los pioneros que poblaron esta extensa tierra, sobre la eterna guerra entre ganaderos poderosos que necesitan infinitas tierras para su ganado paste y los granjeros inmigrantes que llegan después con sus penurias, siendo un obstáculo para la expansión física y económica de los ganaderos, para su progreso. Siendo en este sentido una cinta de clara tendencia política de izquierdas, arremetiendo con saña contra el “Sueño Americano”, para ello se encarga de hacer múltipresente en muchas escenas la bandera de las barras y estrellas, refleja el racismo, xenofobia y clasismo más atroz de la sociedad americana del momento, pero que Cimino intentó extrapolarla al contemporáneamente, sobre su doble moral, su hipocresía, sobre codicia desmedida, y sobre todo atacando el capitalismo salvaje, ello en un tiempo en el que estaba llegando al despacho oval un “cowboy” conservador como Ronald Reagan. Relato de amores compartidos, frustraciones, amistades, desengaños, amoralidad, y sobre todo de perdedores.
Contado por Cimino con gusto sensorial prodigioso, ambientación superlativa, aprovecha al máximo la pantalla grande, expandiéndo los espacios abiertos de Wyoming, expuestos en toda épica su grandeza, muestra lo pequeño que el ser humano es ante la grandeza del mundo, explota los escenarios marcados por el fenomenal diseño de producción de Tambi Larsen (“El juez de la horca”), filma nada en Wyoming, recrea el estado en Montana, en su Parque Nacional de los Glaciares, recreando al este del parque el pueblo de los colonos de Sweetwater, y en Wallace (Idaho), la ciudad de Casper, para la escena inicial se supone era en Harvard-USA, en realidad es la Universidad de Oxford (UK), recrea con mimo cuasi-enfermizo cada lugar, ejemplo fue el traslado de un árbol para plantarlo en un patio de Oxford para la escena del vals, con unos interiores fabulosos, de tabernas, cabañas, clubs sociales, el salón de la universidad, la impresionante “Puerta del cielo”, local social en el que se reúnen los colonos y que da título al film, colosal trabajo de decorados, se suma un extraordinario diseño de vestuario de J. Allen Highfill (“Bufalo Bill y los indios”), todo muy étnico en las vestimentas de los colonos, en los pistoleros con esos quitapolvos de ondulaciones cuasi-operísticas y que puso de moda Sergio Leone en su westerns, todo esto atomizado a la epicúrea fotografía del húngaro Vilmos Zsigmond (“El cazador”), atmósfera cargada de lirismo visual, componiendo tomas de una belleza superlativa, con un patinado cálido-suave-tenue, cuadros que rezuman romanticismo estético, de una beldad arrolladora, jugando con los claroscuros, con los rayos del sol filtrándose por las ventanas, con las penumbras experimentando con la luz natural, emitiendo tristeza, nostalgia, pesadumbre anímica, con hermosos travellings circulares crea sinfonías visuales, ejemplo el vals del inicio alrededor del árbol, o cuando seguimos al violinista (El propio compositor del score del film, David Mansfield) tocando en patines en la “Puerta del cielo”, labor apabullante. Se añade la música creada por David Mansfield (“Manhattan Sur”), deliciosa partitura, envuelta en un aura estremecedora de melancolía, evocadora de sueños perdidos, maravillosa, de las que te conmueve, se añade en la escena del inicio el vals de Strauss el “Danubio Azul”.
Desgraciadamente su apoteósica ambientación no es acompañada con un buen guión, su dirección visual no está en comunión con la solidez narrativa, sintiéndose por momentos colección de preciosas viñetas mal cohexionadas, regularmente engarzadas, con personajes desequilibradamente descritos, comportamientos erráticos, deriva en un argumento confuso con el que te es difícil conectar, a medida que avanza su metraje te sientes más frío ante lo que ves. Secuencia apabullantes, pero orgánicamente se sienten torpes Los victimarios del relato son los colonos inmigrantes, con los que debiéramos conectar para empatizar con su dolor, pero el realizador nos los muestra como turba que se mueve de modo histérico,... (sigue en spoiler sin)
Western envuelto en la melancolía, ocasísticos, crepuscular, sobre el fin del oeste salvaje, nos habla con afán crítico sobre el doloroso parto de un país, sobre las luchas intestinas que edificaron los confines de los Estados Unidos, sobre como a través de la violencia se gesta la colonización de los pioneros que poblaron esta extensa tierra, sobre la eterna guerra entre ganaderos poderosos que necesitan infinitas tierras para su ganado paste y los granjeros inmigrantes que llegan después con sus penurias, siendo un obstáculo para la expansión física y económica de los ganaderos, para su progreso. Siendo en este sentido una cinta de clara tendencia política de izquierdas, arremetiendo con saña contra el “Sueño Americano”, para ello se encarga de hacer múltipresente en muchas escenas la bandera de las barras y estrellas, refleja el racismo, xenofobia y clasismo más atroz de la sociedad americana del momento, pero que Cimino intentó extrapolarla al contemporáneamente, sobre su doble moral, su hipocresía, sobre codicia desmedida, y sobre todo atacando el capitalismo salvaje, ello en un tiempo en el que estaba llegando al despacho oval un “cowboy” conservador como Ronald Reagan. Relato de amores compartidos, frustraciones, amistades, desengaños, amoralidad, y sobre todo de perdedores.
Contado por Cimino con gusto sensorial prodigioso, ambientación superlativa, aprovecha al máximo la pantalla grande, expandiéndo los espacios abiertos de Wyoming, expuestos en toda épica su grandeza, muestra lo pequeño que el ser humano es ante la grandeza del mundo, explota los escenarios marcados por el fenomenal diseño de producción de Tambi Larsen (“El juez de la horca”), filma nada en Wyoming, recrea el estado en Montana, en su Parque Nacional de los Glaciares, recreando al este del parque el pueblo de los colonos de Sweetwater, y en Wallace (Idaho), la ciudad de Casper, para la escena inicial se supone era en Harvard-USA, en realidad es la Universidad de Oxford (UK), recrea con mimo cuasi-enfermizo cada lugar, ejemplo fue el traslado de un árbol para plantarlo en un patio de Oxford para la escena del vals, con unos interiores fabulosos, de tabernas, cabañas, clubs sociales, el salón de la universidad, la impresionante “Puerta del cielo”, local social en el que se reúnen los colonos y que da título al film, colosal trabajo de decorados, se suma un extraordinario diseño de vestuario de J. Allen Highfill (“Bufalo Bill y los indios”), todo muy étnico en las vestimentas de los colonos, en los pistoleros con esos quitapolvos de ondulaciones cuasi-operísticas y que puso de moda Sergio Leone en su westerns, todo esto atomizado a la epicúrea fotografía del húngaro Vilmos Zsigmond (“El cazador”), atmósfera cargada de lirismo visual, componiendo tomas de una belleza superlativa, con un patinado cálido-suave-tenue, cuadros que rezuman romanticismo estético, de una beldad arrolladora, jugando con los claroscuros, con los rayos del sol filtrándose por las ventanas, con las penumbras experimentando con la luz natural, emitiendo tristeza, nostalgia, pesadumbre anímica, con hermosos travellings circulares crea sinfonías visuales, ejemplo el vals del inicio alrededor del árbol, o cuando seguimos al violinista (El propio compositor del score del film, David Mansfield) tocando en patines en la “Puerta del cielo”, labor apabullante. Se añade la música creada por David Mansfield (“Manhattan Sur”), deliciosa partitura, envuelta en un aura estremecedora de melancolía, evocadora de sueños perdidos, maravillosa, de las que te conmueve, se añade en la escena del inicio el vals de Strauss el “Danubio Azul”.
Desgraciadamente su apoteósica ambientación no es acompañada con un buen guión, su dirección visual no está en comunión con la solidez narrativa, sintiéndose por momentos colección de preciosas viñetas mal cohexionadas, regularmente engarzadas, con personajes desequilibradamente descritos, comportamientos erráticos, deriva en un argumento confuso con el que te es difícil conectar, a medida que avanza su metraje te sientes más frío ante lo que ves. Secuencia apabullantes, pero orgánicamente se sienten torpes Los victimarios del relato son los colonos inmigrantes, con los que debiéramos conectar para empatizar con su dolor, pero el realizador nos los muestra como turba que se mueve de modo histérico,... (sigue en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... gritan bailan, fornican con furcias, se emborrachan, hacen peleas de gallos, bailan, no tienen forma definida, no hay con quien empatizar, se mueven de modo comunal sin sentido alguno, al final te da igual lo que les pase. El triángulo amoroso entre la madame y los dos pistoleros se siente deja vú ajado sin originalidad , recurso simplista de autoplagio del triángulo de su anterior “El cazador”, el que se daba entre De Niro, Streep y el propio Walken, no hay fuerza alguna dramática en este tri-romance, al parecer te quieren hacer ver que James y Nathan fueron amigos alguna vez, pero no vemos acción alguna que delinee lo más mínimo esto, se siente todo impostado. Como el idílico burdel en medio de la nada regentado por Ella, quien se va a creer que esto existiera realmente, al albor de los bandidos que circulaban por entonces, todo chirriante. Un desarrollo que se siente débil, con ideas para embellecer el cuadro pero sin chicha para darle sentido, su transcurrir se siente como dientes de sierra, más pronto estas embelesado por la ampulosidad de la escena, como cuando baja la espuma se siente hueca de contenido, un glorioso envoltorio, con un caramelo con poco sabor, provocando con el paso de los minutos su indolencia rítmica deriva el cansancio del espectador al no estar sustentado en un progreso dramático que te absorba, y es que la megalomanía de Cimino no es capaz de apoyarla con un buen libreto, construye algunas escenas de acción de lo más torponas y mal llevadas, que alarga en exceso momentos en que reluce su onanismo autocomplaciente visual en perjuicio de impulsar arritmia en la cinta, haciéndose además patente y sangrante un desaprovechamiento notorio de actores. Al principio parece va a ser una historia de contrapuntos entre James y Billy Irvine, los vemos a los dos en la Universidad, nos hacen creer tendrá Irvine importancia, después queda desdibujado, delito no sacar jugo a John Hurt. No se explica cual es realmente el conflicto entre los ganaderos y los colonos, todo es confuso y envuelto en una nebulosa, nos hace perder el foco histórico en una revuelta bélica caótica.
Los actores quedan condicionados por unos roles no bien escritos (siendo benévolo). Kris Kristofferson lo hace bien, imprime carácter, reflexión, idealismo, carisma, manejando su mirada como arma de transmisión emocional, pero su personaje se pierde en un océano melancólicamente metido con calzador. Christopher Walken como Nathan es víctima de una regular descripción de personaje, se pasea por la pantalla sin no que nos enteremos realmente de que pinta en la cinta, más una muleta en que apoyar un tri-romance poco creíble, un desperdicio de actor. Isabelle Huppert como la madame Ella desprende dulzura, ternura, ella si se cree el bi-amor que padece, una pena que el susodicho guión no le de un fondo que la perfile bien. John Hurt como Billy Irvine es otro que al principio parece tendrá peso en la trama, pero un guión que parece atropellado por si mismo lo deja en un esbozo de decadente nihilista borrachín. Sam Waterston hace de un villano bastante plano, unidimensional, un sádico sin matiz alguno, lo que resta capacidad de sugestividad y trasfondo realista. Jeff Bridges como el líder oficioso John L. Bridges de los colonos, queda como todos difuso, sin personalidad, sin alma. Destacar en un rol pequeño a Mickey Rourke, que sería protagonista del siguiente film de Cimino, “Manhattan Sur” (1985).
Hay empecinamiento en escenas que rozan el ridículo, pero el límite de caracteres me impide comentarlas.
Cinta que me despierta contrastes, por un lado su magnificencia visual en viñetas sibaritas, y por otro está su aturullado guión que una vez debe hacer fluir el relato se pisa el pie una y otra vez, pariendo personajes imprecisos, con los que no empatizas y termina dándote igual lo que les pase. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/08/la-puerta-delcielo.html
Los actores quedan condicionados por unos roles no bien escritos (siendo benévolo). Kris Kristofferson lo hace bien, imprime carácter, reflexión, idealismo, carisma, manejando su mirada como arma de transmisión emocional, pero su personaje se pierde en un océano melancólicamente metido con calzador. Christopher Walken como Nathan es víctima de una regular descripción de personaje, se pasea por la pantalla sin no que nos enteremos realmente de que pinta en la cinta, más una muleta en que apoyar un tri-romance poco creíble, un desperdicio de actor. Isabelle Huppert como la madame Ella desprende dulzura, ternura, ella si se cree el bi-amor que padece, una pena que el susodicho guión no le de un fondo que la perfile bien. John Hurt como Billy Irvine es otro que al principio parece tendrá peso en la trama, pero un guión que parece atropellado por si mismo lo deja en un esbozo de decadente nihilista borrachín. Sam Waterston hace de un villano bastante plano, unidimensional, un sádico sin matiz alguno, lo que resta capacidad de sugestividad y trasfondo realista. Jeff Bridges como el líder oficioso John L. Bridges de los colonos, queda como todos difuso, sin personalidad, sin alma. Destacar en un rol pequeño a Mickey Rourke, que sería protagonista del siguiente film de Cimino, “Manhattan Sur” (1985).
Hay empecinamiento en escenas que rozan el ridículo, pero el límite de caracteres me impide comentarlas.
Cinta que me despierta contrastes, por un lado su magnificencia visual en viñetas sibaritas, y por otro está su aturullado guión que una vez debe hacer fluir el relato se pisa el pie una y otra vez, pariendo personajes imprecisos, con los que no empatizas y termina dándote igual lo que les pase. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/08/la-puerta-delcielo.html