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Voto de TOM REGAN:
9
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8,2
10.909
Drama
Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
8 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
327/38(28/09/20) Epopéyico y crudo melodrama italiano que cumple 6 décadas desde su estreno (06/Sep./1960), y se mantiene con un vigor y poder dramático electrizante. Dirigido por el gran Luchino Visconti, una desgarradora radiografía del choque entre la gente de los pueblos rurales que llegan a la gran ciudad buscando el sueño de una vida mejor, escapando de las penurias del campo. En este sentido emparenta con un film español realizado 9 años antes, “Surcos” (1951) de José Antonio Nieves Conde, que tocaba un tema similar con una familia de campesinos que iba del campo a Madrid para encontrar salir de la pobreza, no sé si Visconti lo vio, pero se parecen casi como si fuera una versión nueva. El guión, de Suso Cecchi d’Amico (“Ladrón de bicicletas”), Pasquale Festa Campanile (“Los cuatro días de Nápoles”), Massimo Franciosa (“El Gatopardo”), Enrico Medioli (“Erase una vez en América”) y L. Visconti, desarrolla un argumento original de L. Visconti, Suso Cecchi d’Amico y Vasco Pratolini (“Crónica familiar”), inspirado libremente en pasajes de “Il ponte della Ghisolfa” (1958) de Giovanni Testori, “El idiota” (1869) de Dostoievski, “Joseph und seine Brüder” (1933-42) de Thomas Mann, el título se toma de una mezcla entre este último y el nombre de Rocco Scotellaro, poeta italiano que describe los sentimientos de los campesinos del sur de Italia. Visconti concibió la película como una secuela sociopolítica de su película neorrealista “La Terra Trema” (1948), trataba de esas familias sureñas. Aquí es como la continuación lógica de estas gentes, teniendo que (huir) emigrar al norte en busca de oportunidades, anquen su buenismo se irá retorciendo hasta encontrarse en mundo vicio que los aliena. Resultándome un film desolador que muestra un problema pero no da esperanzas.
Ambientada en Milán, historia de una familia migrante del Sur y su desintegración en la sociedad del Norte industrial. Explora las tensiones entre tradición y modernidad, cultura agraria y cultura industrial, analiza el desarraigo, la frustración, los sueños de grandeza, y como la realidad es un gran muro. Entra a deconstruir como los lazos familiares se fortalecen en las comunidades pequeñas, el altruismo, la solidaridad, pero cuando se llega a una gran urbe la individualidad, el egoísmo, el hedonismo, son el veneno para la desintegración familiar. Se adentra en como la adaptación a un nuevo medio puede socavar la personalidad y corromperla en su brillo artificioso. Visconti toma un estilo neorrealista (del que él fue impulsor en los 40), pero en este caso mezclándolo con algo de lo que él bebía mucho, como es lo operístico, donde los sentimientos se desbordan por mil y un vicisitudes sórdidas, todo desarrollado con una gran intensidad, con un enorme poder de calado, con personajes complejos, maravillosamente delineados, con un increscendo dramático extenuante, con un puñado de escenas de las que recordaras por siempre (algunas con el mencionado componente operístico tremebundo, como es un asesinato).
La película se abre en varias sub historias, pero en realidad la sustancia está en el triángulo Simone, Rocco y Nadia, es la alegoría sobre la desintegración familiar, con resonancias a Caín y Abel, donde la piedra es Nadia. Los dos hermanos entran en el mundo del boxeo cual metáfora de abrirse a puñetazos en la vida, reflejando la dureza de sobrevivir. Pero uno y otro hermano son contrapuestos. Su tortuosa relación fraternal recuerda (indefectiblemente y seguro influyó) a la que se da entre Charlie (Harvey Keitel) y Johnny Boy (Robert De Niro) en “Malas calles” (1973) de Scorsese, de resonancias homoeróticas potenciadas con ese abrazo en la cama.
Visconti crea una ópera melodramática épica cargando alegorías y simbolismos al mosaico de relatos, aporta visualidad fulgente en escenas que perduran en la memoria. La fotografía es en glorioso b/n de Giuseppe Rotunno (“El Gatopardo”), en una labor superlativa, con grúas, panorámicas, travellings, manejo expresionista de las sombras, con una labor lumínica sublime, tomas largas, con profundidades de campo, con impresionantes primeros planos que sacan lo mejor de las actuaciones; La música es del maestro Nino Rota (“El padrino”) aporta melodías que aportan emoción, con algunas resonancias (al menos a mí me parece) a “El padrino”, notable.
Film dividido en cinco capítulos, uno correspondiente a cada uno de los hermanos (Vincenzo, Simone, Rocco, Ciro y Luca), aunque no todos tiene el mismo peso en el minutaje, por cierto de casi tres horas (177 min.) que Visconti hace al cautivarnos con su homérico puzle se nos pase (por lo menos a mí) sin darme cuenta.
Vicenzo (el heleno Spiros Focás): Primogénito de la familia, el que por tradición debe tomar el rol de cabeza de clan ante la muerte del padre. Pero se fue el primero del ‘nido’ rural a Milán y ahora está integrado en la ciudad, sus lazos familiares se han debilitado en favor de querer crear su propia familia (con Ginetta encarnada por una apenas calificable Claudia Cardinale). Focás cumple en un rol en realidad secundario.
Simone (Renato Salvatori): Es el segundo mayor, el ‘favorito’ de su madre, refleja la corrupción por el influjo de la decadencia moral de la gran ciudad, extasiado por los vicios esta produce, ociosidad, mujeres fáciles, juego, delincuencia o alcohol. Al inicio es un joven vitalista, ingenuo, pero se transforma por la indolencia de Milán. Salvatori está tremendo como pasional y amante de la vida fácil, desprende rabia interior, amor desmedido por Nadia, furia, en una evolución tremebunda hasta más allá del lado oscuro.
Rocco (Alain Delon); El Parondi de en medio, es la bondad cuasi-santa personificada, es el que representa la añoranza por la tierra dejada atrás, la melancolía por las idealizadas raíces. Taciturno e introvertido que no comulga con la decadencia de la gran ciudad. Ama a su familia tanto que es capaz de sacrificarse por mantener felices a sus hermanos... (sigo en spoiler)
Ambientada en Milán, historia de una familia migrante del Sur y su desintegración en la sociedad del Norte industrial. Explora las tensiones entre tradición y modernidad, cultura agraria y cultura industrial, analiza el desarraigo, la frustración, los sueños de grandeza, y como la realidad es un gran muro. Entra a deconstruir como los lazos familiares se fortalecen en las comunidades pequeñas, el altruismo, la solidaridad, pero cuando se llega a una gran urbe la individualidad, el egoísmo, el hedonismo, son el veneno para la desintegración familiar. Se adentra en como la adaptación a un nuevo medio puede socavar la personalidad y corromperla en su brillo artificioso. Visconti toma un estilo neorrealista (del que él fue impulsor en los 40), pero en este caso mezclándolo con algo de lo que él bebía mucho, como es lo operístico, donde los sentimientos se desbordan por mil y un vicisitudes sórdidas, todo desarrollado con una gran intensidad, con un enorme poder de calado, con personajes complejos, maravillosamente delineados, con un increscendo dramático extenuante, con un puñado de escenas de las que recordaras por siempre (algunas con el mencionado componente operístico tremebundo, como es un asesinato).
La película se abre en varias sub historias, pero en realidad la sustancia está en el triángulo Simone, Rocco y Nadia, es la alegoría sobre la desintegración familiar, con resonancias a Caín y Abel, donde la piedra es Nadia. Los dos hermanos entran en el mundo del boxeo cual metáfora de abrirse a puñetazos en la vida, reflejando la dureza de sobrevivir. Pero uno y otro hermano son contrapuestos. Su tortuosa relación fraternal recuerda (indefectiblemente y seguro influyó) a la que se da entre Charlie (Harvey Keitel) y Johnny Boy (Robert De Niro) en “Malas calles” (1973) de Scorsese, de resonancias homoeróticas potenciadas con ese abrazo en la cama.
Visconti crea una ópera melodramática épica cargando alegorías y simbolismos al mosaico de relatos, aporta visualidad fulgente en escenas que perduran en la memoria. La fotografía es en glorioso b/n de Giuseppe Rotunno (“El Gatopardo”), en una labor superlativa, con grúas, panorámicas, travellings, manejo expresionista de las sombras, con una labor lumínica sublime, tomas largas, con profundidades de campo, con impresionantes primeros planos que sacan lo mejor de las actuaciones; La música es del maestro Nino Rota (“El padrino”) aporta melodías que aportan emoción, con algunas resonancias (al menos a mí me parece) a “El padrino”, notable.
Film dividido en cinco capítulos, uno correspondiente a cada uno de los hermanos (Vincenzo, Simone, Rocco, Ciro y Luca), aunque no todos tiene el mismo peso en el minutaje, por cierto de casi tres horas (177 min.) que Visconti hace al cautivarnos con su homérico puzle se nos pase (por lo menos a mí) sin darme cuenta.
Vicenzo (el heleno Spiros Focás): Primogénito de la familia, el que por tradición debe tomar el rol de cabeza de clan ante la muerte del padre. Pero se fue el primero del ‘nido’ rural a Milán y ahora está integrado en la ciudad, sus lazos familiares se han debilitado en favor de querer crear su propia familia (con Ginetta encarnada por una apenas calificable Claudia Cardinale). Focás cumple en un rol en realidad secundario.
Simone (Renato Salvatori): Es el segundo mayor, el ‘favorito’ de su madre, refleja la corrupción por el influjo de la decadencia moral de la gran ciudad, extasiado por los vicios esta produce, ociosidad, mujeres fáciles, juego, delincuencia o alcohol. Al inicio es un joven vitalista, ingenuo, pero se transforma por la indolencia de Milán. Salvatori está tremendo como pasional y amante de la vida fácil, desprende rabia interior, amor desmedido por Nadia, furia, en una evolución tremebunda hasta más allá del lado oscuro.
Rocco (Alain Delon); El Parondi de en medio, es la bondad cuasi-santa personificada, es el que representa la añoranza por la tierra dejada atrás, la melancolía por las idealizadas raíces. Taciturno e introvertido que no comulga con la decadencia de la gran ciudad. Ama a su familia tanto que es capaz de sacrificarse por mantener felices a sus hermanos... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...Extraordinario el cuasi-debutante Delon, la encarnación de un ángel bello, bondadoso, inocente, de mirada limpia, desprende aura de bondad, el modo de pelear en el ring, como abre su corazón al explicar contra quien boxea en su mente, el tramo de la violación, la charla que tiene con Nadia en el café, la que tienen ambos sobre el Duomo, sublime.
Ciro (Max Cartier): Cuarto hermano, reflexivo, pragmático, representa el progreso, decide adaptarse al medio urbano, ve venir la metamorfosis de Simone y sabe no tiene redención, lo ve como esa semilla (lenteja) mala a separar de las buenas pues puede ‘malear’ al resto, es la brújula moral del film. Ciro tiene la última gran reflexión de la historia, en monólogo trémulo a su hermano menor Luca. Cartier en papel con menos presencia, que aprovecha para dejar huella.
Luca (Rocco Vidolazzi): El menor de los Parondi, representa la inocencia máxima, personalidad por formar se empapa de todo lo que ve, absorbente convidado de piedra a la tragedia familiar, el que sufre los cambios impasible, en el que se apoyan sus hermanos queriendo abrazarlo cual depositario del amor puro familiar que se pierde, es la esperanza en un mañana mejor, depositario de la historia. Vidolozzi tiene papel escaso y contemplativo, solo parece tener carácter en la escena conclusiva, cumpliendo simplemente.
Rosaria Parondi (la griega Katina Paxinou): El centro de la familia, orgullosa madre incondicional que no es capaz de ver defectos en sus hijos, la culpa de sus desgracias siempre tiene chivos expiatorios fuera. Quiere que su familia esté siempre unida cual dedos (son cinco hijos) de una mano cerrada son un puño. Paxinou le da vida con una fuerza y energía arrolladora, apabullante en su poderoso carácter que desborda la pantalla, aunque en su última escena se excede un poco en lo histriónico.
Nadia (la francesa Annie Girardot): Mujer con mundo interior convulso, mujer nihilista de carácter fuerte que cruzarse con los Parondi es a la vez lo mejor que le pudo pasar, así como lo peor, pues su relación con el temperamental y posesivo machista Simone la dañará, pero la que tiene con Rocco en principio le da esperanzas en que se puede cambiar. Representa el influjo de la gran ciudad, su belleza superficial, y a la vez que solo la predisposición de cada uno nos hace buenos o malos. Girardot da una actuación extraordinaria, de una intensidad y empatía brillante, es el personaje más complejo, el que más encanto despierta en el espectador (ósea, yo).
Spoiler:
La escena de la violación abrasadora en su crudeza, teniendo en cuenta que estamos en 1960; La escena operística en el tejado de la Catedral del Duomo de Milán enervadora, con dramáticos pináculos sobresalen al cielo. Con ese último plano de la escena desde las alturas (el Ojo de Dios) mientras Nadia corre y Rocco va tras ella; El asesinato de Nadia por parte de Simone de una emoción y simbolismo cristiano magno; La escena de la cena familiar de los Parondi, celebrando la victoria de Rocco en el combate, la felicidad de Mama Parondi es exultante, queriendo celebrarlo con todo el edificio. Pero las alegrías duran poco en la casa del pobre; La escena final con Luca yendo a hablar con Ciro en su lapso de almuerzo en el trabajo. Ciro ha ‘delatado’ a su hermano Simone, y lo justifica ante el pequeño Luca llorando. El chico le habla de que quiere volver con Rocco a su tierra en el sur, "tierra de olivos, luz de luna y arco iris", pero Ciro le explica que nada será como idealizan.
Hay una escena tremebunda cuando Simone a prostituirse con un promotor de boxeo, la escena rezuma virulencia, dramatismo animal, pero queda deslucida por una televisión encendida, donde se ven unas imágenes de arte de desnudos pero que se mueven claramente puestos en postproducción de un modo que desvía la atención de lo importante.
Clásico imperecedero. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/10/60-anos-de-un-clasico.html
Ciro (Max Cartier): Cuarto hermano, reflexivo, pragmático, representa el progreso, decide adaptarse al medio urbano, ve venir la metamorfosis de Simone y sabe no tiene redención, lo ve como esa semilla (lenteja) mala a separar de las buenas pues puede ‘malear’ al resto, es la brújula moral del film. Ciro tiene la última gran reflexión de la historia, en monólogo trémulo a su hermano menor Luca. Cartier en papel con menos presencia, que aprovecha para dejar huella.
Luca (Rocco Vidolazzi): El menor de los Parondi, representa la inocencia máxima, personalidad por formar se empapa de todo lo que ve, absorbente convidado de piedra a la tragedia familiar, el que sufre los cambios impasible, en el que se apoyan sus hermanos queriendo abrazarlo cual depositario del amor puro familiar que se pierde, es la esperanza en un mañana mejor, depositario de la historia. Vidolozzi tiene papel escaso y contemplativo, solo parece tener carácter en la escena conclusiva, cumpliendo simplemente.
Rosaria Parondi (la griega Katina Paxinou): El centro de la familia, orgullosa madre incondicional que no es capaz de ver defectos en sus hijos, la culpa de sus desgracias siempre tiene chivos expiatorios fuera. Quiere que su familia esté siempre unida cual dedos (son cinco hijos) de una mano cerrada son un puño. Paxinou le da vida con una fuerza y energía arrolladora, apabullante en su poderoso carácter que desborda la pantalla, aunque en su última escena se excede un poco en lo histriónico.
Nadia (la francesa Annie Girardot): Mujer con mundo interior convulso, mujer nihilista de carácter fuerte que cruzarse con los Parondi es a la vez lo mejor que le pudo pasar, así como lo peor, pues su relación con el temperamental y posesivo machista Simone la dañará, pero la que tiene con Rocco en principio le da esperanzas en que se puede cambiar. Representa el influjo de la gran ciudad, su belleza superficial, y a la vez que solo la predisposición de cada uno nos hace buenos o malos. Girardot da una actuación extraordinaria, de una intensidad y empatía brillante, es el personaje más complejo, el que más encanto despierta en el espectador (ósea, yo).
Spoiler:
La escena de la violación abrasadora en su crudeza, teniendo en cuenta que estamos en 1960; La escena operística en el tejado de la Catedral del Duomo de Milán enervadora, con dramáticos pináculos sobresalen al cielo. Con ese último plano de la escena desde las alturas (el Ojo de Dios) mientras Nadia corre y Rocco va tras ella; El asesinato de Nadia por parte de Simone de una emoción y simbolismo cristiano magno; La escena de la cena familiar de los Parondi, celebrando la victoria de Rocco en el combate, la felicidad de Mama Parondi es exultante, queriendo celebrarlo con todo el edificio. Pero las alegrías duran poco en la casa del pobre; La escena final con Luca yendo a hablar con Ciro en su lapso de almuerzo en el trabajo. Ciro ha ‘delatado’ a su hermano Simone, y lo justifica ante el pequeño Luca llorando. El chico le habla de que quiere volver con Rocco a su tierra en el sur, "tierra de olivos, luz de luna y arco iris", pero Ciro le explica que nada será como idealizan.
Hay una escena tremebunda cuando Simone a prostituirse con un promotor de boxeo, la escena rezuma virulencia, dramatismo animal, pero queda deslucida por una televisión encendida, donde se ven unas imágenes de arte de desnudos pero que se mueven claramente puestos en postproducción de un modo que desvía la atención de lo importante.
Clásico imperecedero. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/10/60-anos-de-un-clasico.html