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Voto de TOM REGAN:
9
7,2
4.014
Drama
Bajo el opresivo régimen talibán, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un «acompañante legal» y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que ... [+]
9 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
52/08(08/03/20) Con motivo del Día de la Mujer (8 de Marzo) he visto este film, una muy recomendable obra que denuncia cual grito en el desierto (afgano) la opresión y asfixia de la mujer en los regímenes fundamentalistas islámicos donde rige la sharía, epítome es el Afganistán regido por los yihadistas, una propuesta que debería ser vista en colegios e institutos, para que cuando se reivindican más derechos (asimétricos de discriminación positiva vergonzosos) para la mujer en nuestro plácido y acomodado mundo occidental, sepamos que hay otros mundos, y están en este, en este caso en el país centro-asiático, donde la mujer es una ‘especie’ de segunda, poco más que un animal, una sociedad anclada en un putrefacto medievalismo, donde solo por esta esclavitud de la Mujer estaría justificado acabar por todos (pero todos) los medios con este régimen nauseabundo. Film encuadrado en similitudes con otros como las iranís “Kandahar” (2001) de Mohsen Makhmalbaf, "Baran" (2001), El círculo” (2000), la tunecina “Satin Rouge” (2002), o incluso la posterior cinta de animación irlandesa “The breadwinner” (2017). “Osama” es un brillante drama dirigido y escrito por el afgano Siddiq Barmak en su ópera prima, en el que el relato con tono documental sigue a una niña preadolescente que vive en Afganistán bajo el régimen talibán (especialmente represivo para las mujeres, que deben usar burkas para cubrirse y tienen prohibido trabajar fuera del hogar, como salir a la calle sin que le acompañe un hombre), que se disfraza de niño (Osama le pone un joven para ayudarla, pues durante el metraje no tiene nombre, ello para reflejar que representa a todas las mujeres), para mantener a su familia (tres generaciones de mujeres encerradas en una casa sin hombres por las muertes de estos en guerras).
Fue la primera película que se filmó por completo en Afganistán desde 1996, cuando el régimen talibán prohibió la creación de todas las películas, siendo una coproducción internacional entre compañías en Afganistán, Holanda, Japón, Irlanda e Irán. La inspiración de Siddiq Barmak se encontró en una noticia que leyó mientras estaba en Peshawar. El periódico contaba la historia de una niña que se había vestido de niño para asistir a la escuela, finalmente descubierta por los talibanes, Barmak agrega elementos de otras historias que fueron compartidas con él por personas que habían vivido en Afganistán bajo el régimen talibán que culminó con la historia de la película, rodada con actores aficionados encontrados por el director en calles de Kabul, siendo además gran parte del diálogo fue improvisado por los actores. Film de un naturalismo desgarrador, aquí no hay una heroína que desafía el status quo, es una joven común que por su condición de mujer es un ser inferior, que por la desesperación de la familia se hace pasar por quien no es, en claro paralelismo con lo que sufrieron los judíos durante el régimen nazi, recordándome en muchos aspectos al film de la polaca Agnieszka Holland con la cinta “Europa, Europa” (1990), donde un joven judío para sobrevivir se hace pasar un ario epítome de la Juventudes Hitlerianas, donde además se exponía el vil adoctrinamiento mental, como hacen los talibanes con los jóvenes en las madrasas. Ello en un desarrollo increscente en su intenso dramatismo, evolucionando de modo fluido, identificándonos con el sufrimiento y miedos de esta chica empujada por un mundo que la atemoriza, ello reflejado con poderío emocional en el rostro de la sensacional protagonista Marina Golbahari, que se ve sumergida en un pozo (incluso físico) que cada vez se cierra más y más sobre ella, una espiral que la engulle en medio humillaciones, donde la esperanza no parece estar presente, no hay Arco Iris (que menciona en un cuenta la abuela de ‘Osama’). El director además imprime un turbador sello lírico en momentos que se te clavan en el alma, como ese mechón de cabello plantado en una maceta, ‘Osama’ saltando la comba, o ese terrorífico momento en que a ‘Osama’ le dan a elegir el candado para su condena. Tuvo presupuesto de aproximadamente $ 46,000 US $. La película fue un éxito de taquilla, recaudando $ 3,888,902 en todo el mundo con un pequeño presupuesto de $ 46,000.
Se inicia con una declaración de intenciones, vemos a decenas de mujeres con burkas por la calle, manifestándose pidiendo las dejen trabajar, con carteles que ponen, "No somos políticos, tenemos hambre", y gritando, ‘Queremos trabajar! Tenemos hambre! Somos viudas!’. Entonces llegan los talibanes y las atacan con cañones de agua, golpizas e incluso disparos, haciendo terminar la protesta. No hay hálito de esperanza para ellas, tienen la maldición de ser mujer en Afganistán con los talibanes en el poder. Un régimen violento, vejador, sádicos, abusadores, machista, fanáticos religiosos, esto y el director esto lo exhibe con una tensión latente siempre en la cotidianidad de la calle, el temor reina de modo sofocante, en sus callejuelas, en la madrasa, yendo en bici enseñando pies de modo libidinoso (¿?), incluso en celebraciones, una persecución cruenta contra ellas.
Barmak muestra gradualmente el modo en que ‘Osama’ va cayendo en esta sima de terror, lo hace sin sentimentalismos baratos, sin lugar para lugares cómodos, sin concesiones artificioso-forzadas, con ojo sutil nos muestra su horror ante lo que le acontece, sobre lo que no tiene control, arrastrada hacia el abismo. El director incluso en medio de este erial inhumano saca algunas dosis de ternura (la abuela contando fábulas a su nieta; ese niño que se preocupa por proteger a ‘Osama’) y hasta humor (la celebración de boda que es ‘invadida’ por talibanes contrarios a la fiesta, y las mujeres preparadas ante la situación, les dan un zasca a estos yihadistas; O como los niños son aleccionados por un mulá de cómo deben lavarse los genitales tras una noche húmeda).
Fue la primera película que se filmó por completo en Afganistán desde 1996, cuando el régimen talibán prohibió la creación de todas las películas, siendo una coproducción internacional entre compañías en Afganistán, Holanda, Japón, Irlanda e Irán. La inspiración de Siddiq Barmak se encontró en una noticia que leyó mientras estaba en Peshawar. El periódico contaba la historia de una niña que se había vestido de niño para asistir a la escuela, finalmente descubierta por los talibanes, Barmak agrega elementos de otras historias que fueron compartidas con él por personas que habían vivido en Afganistán bajo el régimen talibán que culminó con la historia de la película, rodada con actores aficionados encontrados por el director en calles de Kabul, siendo además gran parte del diálogo fue improvisado por los actores. Film de un naturalismo desgarrador, aquí no hay una heroína que desafía el status quo, es una joven común que por su condición de mujer es un ser inferior, que por la desesperación de la familia se hace pasar por quien no es, en claro paralelismo con lo que sufrieron los judíos durante el régimen nazi, recordándome en muchos aspectos al film de la polaca Agnieszka Holland con la cinta “Europa, Europa” (1990), donde un joven judío para sobrevivir se hace pasar un ario epítome de la Juventudes Hitlerianas, donde además se exponía el vil adoctrinamiento mental, como hacen los talibanes con los jóvenes en las madrasas. Ello en un desarrollo increscente en su intenso dramatismo, evolucionando de modo fluido, identificándonos con el sufrimiento y miedos de esta chica empujada por un mundo que la atemoriza, ello reflejado con poderío emocional en el rostro de la sensacional protagonista Marina Golbahari, que se ve sumergida en un pozo (incluso físico) que cada vez se cierra más y más sobre ella, una espiral que la engulle en medio humillaciones, donde la esperanza no parece estar presente, no hay Arco Iris (que menciona en un cuenta la abuela de ‘Osama’). El director además imprime un turbador sello lírico en momentos que se te clavan en el alma, como ese mechón de cabello plantado en una maceta, ‘Osama’ saltando la comba, o ese terrorífico momento en que a ‘Osama’ le dan a elegir el candado para su condena. Tuvo presupuesto de aproximadamente $ 46,000 US $. La película fue un éxito de taquilla, recaudando $ 3,888,902 en todo el mundo con un pequeño presupuesto de $ 46,000.
Se inicia con una declaración de intenciones, vemos a decenas de mujeres con burkas por la calle, manifestándose pidiendo las dejen trabajar, con carteles que ponen, "No somos políticos, tenemos hambre", y gritando, ‘Queremos trabajar! Tenemos hambre! Somos viudas!’. Entonces llegan los talibanes y las atacan con cañones de agua, golpizas e incluso disparos, haciendo terminar la protesta. No hay hálito de esperanza para ellas, tienen la maldición de ser mujer en Afganistán con los talibanes en el poder. Un régimen violento, vejador, sádicos, abusadores, machista, fanáticos religiosos, esto y el director esto lo exhibe con una tensión latente siempre en la cotidianidad de la calle, el temor reina de modo sofocante, en sus callejuelas, en la madrasa, yendo en bici enseñando pies de modo libidinoso (¿?), incluso en celebraciones, una persecución cruenta contra ellas.
Barmak muestra gradualmente el modo en que ‘Osama’ va cayendo en esta sima de terror, lo hace sin sentimentalismos baratos, sin lugar para lugares cómodos, sin concesiones artificioso-forzadas, con ojo sutil nos muestra su horror ante lo que le acontece, sobre lo que no tiene control, arrastrada hacia el abismo. El director incluso en medio de este erial inhumano saca algunas dosis de ternura (la abuela contando fábulas a su nieta; ese niño que se preocupa por proteger a ‘Osama’) y hasta humor (la celebración de boda que es ‘invadida’ por talibanes contrarios a la fiesta, y las mujeres preparadas ante la situación, les dan un zasca a estos yihadistas; O como los niños son aleccionados por un mulá de cómo deben lavarse los genitales tras una noche húmeda).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Deja el sustrato de que la mujer es un objeto a disposición del hombre a su antojo, pero el género masculino también es ‘pervertido’ en los (tóxicos) ‘ideales’ talibanes, alternando los niños clases de religión islámica con lecciones de cómo manejar un kalashnikov, meros peones de una clase dirigente radical que se cree con el poder para con su pulgar cual Emperador romano tumbado en su sofá (claro ejemplo es ese mulá recostado en una especie de diván juzgando con el rosario en las manos sobre lapidaciones, o fusilamientos por grabar en video a afganos).
Marina Golbahari borda su rol, con el que parece transmutarse, se pierde la actuación en medio de una humanidad y empatía sublime, sus ojos son de una nitidez que no dudas de su padecimiento, padeces con ella, sientes rabia por su odisea macabra, sientes su fragilidad ante estos ‘monstruos’, poseedora de un rostro andrógino de gran belleza turbadora, sabiendo modular su gestualidad para emitir dolor, temor, zozobra, inquietud, pavor (cuando corre de los niños en la madrasa se te abren las carnes de malestar), o su momento ‘pozo’, llamando desconsoladamente a su madre, para desembocar en el rush final en desgarro brutal; Arif Herati como Espandi, la única persona que n el exterior ayuda como puede a la protagonista, lo hace con una evolución que te toca la fibra, muy bueno.
La puesta en escena resulta estupenda en su función primordial de proyectar un estado de ánimo, apoyándose en unos escenarios de Kabul desprovistos de vida, faltos de luz artificial los interiores, callejuelas polvorientas, árboles sin hojas, paredes desconchadas, ropajes pobres, burkas, carros tirados por burros, crean una atmósfera deprimente por la forma además en que se filtra por la cinematografía de Ebrahim Ghafori. Dentro de su parquedad de medios deja detalles visuales excelentes en el modo en que enfoca elementos cruciales como el mechón, los pies desnudos, ese rosario del mulá que juzga, ese último cigarrillo de un condenado a muerte, o el candado.
Spoiler:
“Osama” originalmente se tituló Rainbow y terminó con nota de esperanza, con Osama pasando por debajo de un arco iris y obteniendo su libertad. A medida que pasó el tiempo, Barmak quedó insatisfecho con el final, describiéndolo como poco realista para el Afganistán de la posguerra. Cambió el final y el título para reflejar su sentimiento de que las mujeres afganas todavía no eran realmente libres en el momento en que hizo la película.
En el tramo final este cuento de hadas con tintes de cine de terror retumba con más virulencia, pues ‘Osama’ es llevada por un viejo mulá (al que ha sido regalada en conmutación de pena de muerte por fingir ser un chico) a su aterradora residencia, donde tiene encerradas varias mujeres de diferentes edades, a las que encarcela con candado en habitaciones con los hijos que han engendrado. Las mujeres lavan a la joven mientras despotrican del mulá, llega el mulá y busca a ‘Osama’ que está escondida en un agujero, el viejo la saca y con sonrisa perversa le enseña varios candados para que elija el que quiere para su cadena perpetua (pocas escenas puede haber más aterradoras que esta con tan poco). Hay una elipsis y vemos un plano abierto donde el mulá en paños menores se baña en una bañera-cuba, sabemos entonces que se ha acostado cual animal con la desgraciada joven, terminado aquí de modo que se te derrumba el corazón.
“No lo puedo olvidar, más lo puedo perdonar. Nelson Mandela.” (Esta frase abre la película Osama)
"Ojalá Dios no hubiera creado nunca a las mujeres..." (la madre de ‘Osama’)
Después de ver este film que aquí en nuestro país las reivindicaciones femeninas vayan por pedir lenguaje inclusivo resulta (siendo muy benévolo en el calificativo) sonrojante. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/03/osama.html
Marina Golbahari borda su rol, con el que parece transmutarse, se pierde la actuación en medio de una humanidad y empatía sublime, sus ojos son de una nitidez que no dudas de su padecimiento, padeces con ella, sientes rabia por su odisea macabra, sientes su fragilidad ante estos ‘monstruos’, poseedora de un rostro andrógino de gran belleza turbadora, sabiendo modular su gestualidad para emitir dolor, temor, zozobra, inquietud, pavor (cuando corre de los niños en la madrasa se te abren las carnes de malestar), o su momento ‘pozo’, llamando desconsoladamente a su madre, para desembocar en el rush final en desgarro brutal; Arif Herati como Espandi, la única persona que n el exterior ayuda como puede a la protagonista, lo hace con una evolución que te toca la fibra, muy bueno.
La puesta en escena resulta estupenda en su función primordial de proyectar un estado de ánimo, apoyándose en unos escenarios de Kabul desprovistos de vida, faltos de luz artificial los interiores, callejuelas polvorientas, árboles sin hojas, paredes desconchadas, ropajes pobres, burkas, carros tirados por burros, crean una atmósfera deprimente por la forma además en que se filtra por la cinematografía de Ebrahim Ghafori. Dentro de su parquedad de medios deja detalles visuales excelentes en el modo en que enfoca elementos cruciales como el mechón, los pies desnudos, ese rosario del mulá que juzga, ese último cigarrillo de un condenado a muerte, o el candado.
Spoiler:
“Osama” originalmente se tituló Rainbow y terminó con nota de esperanza, con Osama pasando por debajo de un arco iris y obteniendo su libertad. A medida que pasó el tiempo, Barmak quedó insatisfecho con el final, describiéndolo como poco realista para el Afganistán de la posguerra. Cambió el final y el título para reflejar su sentimiento de que las mujeres afganas todavía no eran realmente libres en el momento en que hizo la película.
En el tramo final este cuento de hadas con tintes de cine de terror retumba con más virulencia, pues ‘Osama’ es llevada por un viejo mulá (al que ha sido regalada en conmutación de pena de muerte por fingir ser un chico) a su aterradora residencia, donde tiene encerradas varias mujeres de diferentes edades, a las que encarcela con candado en habitaciones con los hijos que han engendrado. Las mujeres lavan a la joven mientras despotrican del mulá, llega el mulá y busca a ‘Osama’ que está escondida en un agujero, el viejo la saca y con sonrisa perversa le enseña varios candados para que elija el que quiere para su cadena perpetua (pocas escenas puede haber más aterradoras que esta con tan poco). Hay una elipsis y vemos un plano abierto donde el mulá en paños menores se baña en una bañera-cuba, sabemos entonces que se ha acostado cual animal con la desgraciada joven, terminado aquí de modo que se te derrumba el corazón.
“No lo puedo olvidar, más lo puedo perdonar. Nelson Mandela.” (Esta frase abre la película Osama)
"Ojalá Dios no hubiera creado nunca a las mujeres..." (la madre de ‘Osama’)
Después de ver este film que aquí en nuestro país las reivindicaciones femeninas vayan por pedir lenguaje inclusivo resulta (siendo muy benévolo en el calificativo) sonrojante. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/03/osama.html