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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga Año 2035. Tras la epidemia provocada por un virus asesino que ha matado a millones de personas, los supervivientes se refugian en comunidades subterráneas, húmedas y frías. El prisionero James Cole se ofrece como voluntario para viajar al pasado y conseguir una muestra del virus, gracias a la cual los científicos podrán elaborar un antídoto. Durante el viaje conoce a una bella psiquiatra y a Jeffrey Goines, un excepcional enfermo ... [+]
29 de diciembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
423/32(26/12/20) Obra Maestra del Séptimo Arte es esta fascinante cinta dirigida por el enfant terrible MontyPythoiano Terry Gilliam, en lo que es probablemente su mejor película, la más sólida y a la vez contiene sus mantras cinéfilos. Film que cumple 25 resplandecientes años desde su estreno (08/12/1995) y como el buen vino gana con el paso del tiempo, teniendo encima con esta revisión el aliciente de ver muchos paralelismos con nuestro tiempo del puñetero covid-19, donde el apocalipsis no parece ser tan lejano. Obra libremente inspirada en el cortometraje galo de 1962 “La Jetée”, que el matrimonio David y Janet Peoples convierten en un absorbente thriller con multitud de subcapas, tratando temas como la fina y cuasi-difusa línea entre la cordura y la locura, el paso del tiempo, el Síndrome de Casandra, el saber apreciar lo que tenemos (“Si no puedes cambiar el pasado, al menos huele las flores”), el carpe diem, el renacimiento, el destino inexorable, o la subjetividad de los recuerdos, no somos nadie sin ellos y la saturación de ellos nos puede hacer implosionar. Esto apoyándose en una sensacional ambientación en su poderosa dualidad del futuro retro futurista avejentado, y por otro en los 90 muy feista y mugriento, proyectando un halo de desesperanza muy pesimista con la autodestructiva naturaleza humana.

Tiene un trío protagónico excelente: Con una intenso Bruce Willis en puede su mejor papel en cine con este desorientado anti-héroe, llevando una pesada mochila de melancolía; una notable Madeleine Stowe como la psiquiatra que ve su mundo racional desmoronarse; y un arrollador Brad Pitt en un rol de esquizofrénico paranoico que borda en su desbordante histrionismo (ayuda ese toque surrealista con ese ojo "a la virulé"), ‘un motor mouth’ inquietante (con esa presentación desbordante cuando explica a Cole el funcionamiento del manicomio, acompañado de un sinfín de tics); sumando como secundario el siempre fenomenal Christopher Plummer.

Todo ello en un desarrollo alambicado del que nunca te pierdes (por lo menos yo), con constantes idas y venidas en el tiempo, elipsis, componiendo un rompecabezas apasionante, coronado todo por un rush final nada complaciente y que como todo gran film da para muchas lecturas. Fue un gran éxito taquillero, con un presupuesto de 29,5 millones $, recaudó 168,8 millones de dólares en todo el mundo. Brad Pitt fue nominado para el Premio de la Academia al Mejor Actor de Reparto y ganó un Globo de Oro por su actuación (perdió ante el Kevin Spacey de “Sospechosos Habituales”).

Gilliam indaga una vez más sobre el mundo de los ‘locos’ ese que tanto ha explorado en films como “El Rey Pescador”, “Miedo y asco en Las Vegas” o su obsesión en Don Quixote, aquí atomizado porque uno de los escenarios en un tramo de la película es un psiquiátrico al estilo “alguien voló sobre el nido del cuco”. Este sentimiento de estar al filo de la demencia es proyectado por una filmación, edición y música singulares (propia de Gilliam), que nos sumergen en muchos momentos en una atmósfera febril malsana. Empezando por su bizarro diseño de producción de Jeffrey Beecroft (“Bailando Con Lobos” o “The Game”) componiendo un futuro desolador en el subsuelo, un lugar inhóspito, frío, sin calor humano, claustrofóbicos corredores, celdas amontonadas cual animales, emitiendo tristeza ambiental, con una tecnología rudimentaria aterradora, lugar de pesadilla acentuado por ese exterior desolador (Filadelfia), nevado, la vegetación ha cubierto los edificios, donde los animales salvajes son los pobladores únicos. Pero es que en los 90 los lugares también son aciagos, lóbregos, paseándonos por calles asquerosas, locales decrépitos, hoteluchos de mala muerte, regentado por proxenetas, home-less, drogadictos, prostitutas, o locos; Todo esto filtrado por la estupenda cinematografía de Roger Pratt (“Frankenstein de Mary Shelley” o “Chocolat”), con esos dejes expresionistas del componente de los Monty Python, con mucho plano holandés, con originales travellings, contrapicados dramáticos, angulaciones de cuasi-ojo de pez, abrasantes primeros planos que a la vez que extraen lo mejor de las genuinas interpretaciones, también parecen distorsionar sus rostros cual símil con sus mentes, ello con mucho gusto por el detalle y el simbolismo (ejemplo la toma en que cae Cole por una escalera de caracol con la cámara en subjetivo siguiendo los círculos del accidentado, en clara alegoría de la espiral opresiva del protagonista) creando un clima alucinógeno, donde influyen los tonos apagados grisáceos monocromáticos; Como sobresaliente la edición de Mick Audsley (“Las amistades peligrosas” o “Entrevista con el vampiro”), sabiendo alternar entre tiempos con soltura, jugando con el slow en el rush final para enfatizar la importancia de lo que sucede, para emocionarnos y hacer sentir de modo incisivo el drama. También insertando de verz en cuando flashes mentales de James Cole en un aeropuerto. A todo esto ayuda el formidable uso del tema Suite Punta del Este, del compositor argentino Ástor Piazzolla, tango para cuerdas orquestales y bandoneón escrito en 1982 (Punta del Este es un balneario uruguayo donde el artista pasó muchos veranos y disfrutó especialmente de la pesca de tiburones), que con sus sonidos ominosos crea un aura de estar al borde de perder los nervios, turbando en su melodía repetitiva punzante, primorosa elección musical.

Gilliam y el ingenioso guión juega con la percepción del espectador en la figura de James Cole, con el que nos hace sentir la ambigüedad de su mente, pues no llegamos a sentir durante casi todo el metraje si es un viajero del tiempo o un loco alucinado. Con referencias duales que nos hacen dudar, como ese oso que ve en su presente y luego en los 90 vemos otro oso disecado, o cuando en los 90 vemos unos dibujos del ‘Pájaro Loco’ en los que se menciona una máquina del tiempo. (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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