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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama. Romance Francisco Galván de Montemayor, un hombre adinerado de apariencia tranquila, conservador, religioso y virgen, como cada Jueves Santo asiste a la ceremonia del mandatum, el lavatorio de pies que el sacerdote efectúa con singular delectación. Al ver los sensuales pies de una joven sentada en primera fila se queda prendado de su serena belleza. Francisco logra averiguar que la mujer de sus sueños se llama Gloria y va a contraer matrimonio ... [+]
6 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
116/29(29/04/23) Turbador drama mexicano del aragonés Luis Buñuel. La he revisionado con motivo del 70 aniversario del estreno en el festival de Cannes en abril de 1953, en lo que es una radiografía enfermiza de los celos, Dirigida por Luis Buñuel, con guion propio junto a su colaborador habitual en su etapa mexicana, el extremeño Luis Alcoriza (“Los Olvidados” o “El Bruto”), tomando como base la novela homónima de 1926 de la escritora canaria Mercedes Pinto, añadiendo toques autobiográficos de Buñuel. Abordando todo el arsenal de mantras de su filmografía en modo Destroyer, contra la burguesía acomodada, contra el machismo imperante, contra la institución del matrimonio, contra el cristianismo (con un hipócrita cura de secundario, con escenas durante misa de Jueves Santo lavando el párroco pies, durante la eucaristía, o una secuencia en un campanario, que sirvió a Hitchcock para una de sus icónicas escenas en “Vértigo”), contra la represión sexual, contra la violencia a la mujer (vejaciones, violaciones, torturas,…) o contra el culto a las falsas apariencias. Y como no, mostrando su caudal de fetichismo en su idolatría a los pies femeninos, su gusto por los elementos atávicos, cuerdas, aunque me faltan animales de granja (¿?). Todo ello adornado por un vendaval de tics de thriller psicológico que encandiló a Alfred Hitchcock (su película “Vértigo” está influenciada por esta). Buñuel rodó esta película, en sólo tres semanas, en 1952. «Quizá es la película donde más he puesto yo, hay algo de mí en el protagonista», son las palabras textuales de Buñuel sobre la película, que calificó como su favorita. Buñuel era un hombre muy celoso; incluso Jeanne Rucar, su mujer, lo asegura en su biografía “Memorias de una mujer sin piano”. A Buñuel, cuando leyó la novela, le fascinó el personaje de Francisco. Según sus propias palabras, «lo estudió como a un insecto», de hecho, en un juego de espejos Francisco en una escena desde lo alto de un campanario (cual Harry Lime desde lo alto de la noria vienesa), compara a las personas de abajo con gusanos y espeta en modo misántropo: «Me gustaría ser Dios para aplastarlos». Todo ello con toques geniales de surrealismo, que son estremecedores en la escena clímax en la Iglesia con Francisco delirando.

Comienza como un fetiche de pies despertado en un servicio del Jueves Santo en incisivo subjetivo, el padre Velasco (buen Carlos Martínez Baena) lava y besa pies de niños que luego besa (apunte a la pederastia eclesial ¿?), la cámara como los ojos del protagonista hace un barrido por los tobillos de las mujeres hasta dar con unos que lo encandilan y sube la mirada y encuentra el flechazo. En una iglesia de la Ciudad de México, Francisco Galván (Arturo de Córdova), rico soltero de mediana edad, se obsesiona con una joven llamada Gloria Vidalga (Delia Garcés). Bajo su implacable atención, Gloria rompe su compromiso con el ingeniero Raúl (correcto Luis Beristáin), y se casa con Francisco, quien pronto se revela como un monstruo celoso patológico.

Hay primera parte en presentación de protagonistas, engañoso relato de amor flash, el protagonista Francisco durante una comida con amigos comenta su filosofía de vida, “Tengo una visión muy singular del amor”, estando en contra del “amor preparado”. Y la joven Gloria cae en sus redes en el jardín (alegoría de la tentación del Paraíso?), y hay una elipsis, que de modo metafórico Buñuel refleja en una explosión en una construcción, dirigida por Raúl, compuesto y sin novia, vuelve a México DF y allí por casualidad se encuentra por la calle con Gloria, esta ya se ha casado con Francisco, y a partir de aquí entramos en el recurso narrativo del racconto. Gloria cuenta a Raúl su aterradora convivencia con su marido, lo vemos en flash-back. Y todo empezó a rebelarse como un Infierno para Gloria ya en la noche de bodas en el tren, con un goteo de situaciones in crescendo que la tienen atemorizada, ya desde un beso en que ella espera cariñosamente es respondido ferozmente por Francisco inquiriéndole a que le diga en quien piensa, luego en Guanajuato, la cosa empeora con la aparición de un conocido de Gloria, Ricardo (buen Rafael Banquells), que la saluda y Francisco se toma como un pretendienta, la cosa termina en pelea (hay un momento en que Francisco mete un alfiler por el ojo de una cerradura que dice está mirando el tipo, y me recuerda a la Icónica escena del ojo rasgado en “El Perro Andaluz”). La situación diaria va en tensión latente diaria de celos por cualquier motivo, una paranoia que en espiral arrolla a la pobre Gloria, que aguanta más de lo que debiera esta patología mental de su marido, alejándola este de cualquier contacto humano, hasta de su madre Doña Esperanza (correcta Aurora Walker). Ello en una bipolaridad enfermiza de Francisco que de vez en cuando reconoce su defecto congénito y ella se compadece de él, pero esto son nimios oasis en lo que es la verdadera personalidad esquizofrénica del protagonista. Llegando a picos de dispararle, de intentar lanzarla desde un campanario, o en la más bizarra de las escenas, querer coserle la vagina para que no le sea infiel (¿?), esto solo se apunta con elementos que hay que descifrar (coge una cuerda para inmovilizarla en la cama, hilo, una aguja y una cuchilla ¿?), en lo que es un acto sádico de control ultra machista medieval, quizás apuntando a la impotencia sexual del esposo, pues él tampoco podrá poseerla, con lo que puedo sospechar que no puede, y de esta tara sexual su inseguridad.

Buñuel utiliza la excéntrica arquitectura interior de la casa de Francisco (nunca se ve de fuera, es claramente un estudio), creada en interiores por Edward Fitzgerald (“Los Olvidados” o “Los 7 Magníficos”) como alegoría de la mente del propietario, referenciado por un invitado a la casa, comenta que el diseño es el de un hombre guiado por “el sentimiento, la emoción y el instinto, más que por la razón”, buena descripción de la alambicada personalidad de Francisco... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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