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Voto de TOM REGAN:
7
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/7.png)
7,2
9.170
Drama. Intriga. Thriller
Hye-ia es una madre soltera. Do-Joon, su hijo de 27 años, es tan ingenuo e inmaduro que sigue dependiendo de ella. Su conducta es estúpida o simplemente peligrosa. Es una constante fuente de preocupación para todos. Un día, aparece una joven muerta en un edificio abandonado y Do-joon es acusado de su muerte. Seleccionada por Corea del Sur como candidada al Oscar 2010 en la categoría de película de habla no inglesa. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2020
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119/04(04/05/20) Buen thriller coreano, con mucho de drama, aunque con algunos desequilibrios. Escrito y dirigido por Bong Joon-Ho en lo que parece un homenaje a las madres. Donde como el realizador desarrolla una historia que se mueve entre varios tonos, no siempre bien entrelazados, como es el drama, el suspense y la comedia, poblando su historia de personajes disfuncionales. Relato en que una madre (en solitario, y no se comenta que fue del padre) cuida de su disminuido mental hijo, teniendo que intentar librarlo de la cárcel tras ser acusado de asesinato. Narración que se excede en metraje para lo que se cuenta, habiendo mucho relleno que impide un ritmo acompasado y fluido. Teniendo buenos picos, sobre todo protagonizados por la protagonista del título, solo conocida como ‘Madre’. Mujer obstinada y enérgica que se embarca cual Miss Marple en una labor detectivesca pero lejos de la flema británica ella se mancha las manos, se hunde en el fango para intentar salvar su retoño. La investigación de ella también se convierte en un cuadro de una comunidad rural, mísera, donde hasta una niña se llega a prostituir por un plato de arroz, destilando una denuncia retrato geosocial donde el clima grisáceo y lluvioso es sinónimo de mugre y oscuridad alegórica en el alma. Trama detectivesca que se va enrevesando y oscureciendo, con sospechosos que entran y salen, con testigos peligrosos, y teniendo el clímax en una reacción materna controvertida, pero que fija el carácter protector a toda costa de una madre, otorgando un sino más complejo a la trama que te hace reflexionar sobre los difusos límites entre el Bien y el Mal.
Joon-Ho expone su habitual sentido lírico en muchos momentos, ya desde su inicio en que vemos a la madre por un prado en plano sostenido acercarse a la cámara y en primer plano comienza una música de guitarra y ella arranca a bailar durante los créditos. El baile de la madre con sentido narrativo circular. Tras esto saltamos a una escena excelentemente filmada en su sentido dramático, vemos a la Madrre cortar con una cuchilla unas hierbas, ello en su oscura tienda, mientras observa en el exterior luminoso del día a su hijo jugar con un perro, sentimos que se va a cortar. Vemos en subjetivo al hijo en un a toma Fordiana enmarcado por la puerta, hasta que se porduce un ccuasi-accidente y la catarsis.
Para a continuación desarrollar un relato amor materno-filial cuasi-enfermizo, ultra-protector, representado de modo cuasi-patológico cuando vemos a la Madre dar de comer caldo de un cuenco a su hijo mientras este orina en la calle contra una pared, la micción corre calle abajo y la madre intenta ocultarla restregándola con sus pies, ejemplificando su carácter de cuidadora y ocultadora de las taras de su filio. Esta relación cuasi incestuosa se ve reforzada cuando vemos que los dos duermen juntos, a pesar de que el hijo tiene 27 años. Por ello es verosímil la actuación de la madre cuando su ‘niño’ es encarcelado y su visceralidad convirtiéndose en allanadora de casas, espía, interrogadora, pistolera y hasta asesina si se tercia para defender a su vástago. Ello embarcando al espectador en un desarrollo cargado de intriga, donde la percepción de lo real y lo imaginado es bastante tenue. Fruto de ello es su final nada claro, abierto a interpretaciones, esto realmente enriquece la complejidad del relato, pues al final nos damos cuenta de que no es tan importante si el hijo lo hizo o no, si no saber hasta dónde está dispuesta a llegar la madre para defenderlo. Entrando en las zonas grises de la moralidad, donde la única salida al sentimiento de culpa es tratar de olvidar.
De la puesta en escena destaca la dramática cinematografía de Kyung-Pyo Hong (“Snowpiercer” o “Parásitos”), dotando de poesía visual a los fotogramas, con encuadres singulares, el modo de filmar los charcos con intensidad (los de orina, agua, o sangre), la forma en que juega con los claroscuros y las penumbras, los expresivos primeros planos, labor coronada con ese último plano velado de un autobús de gente bailando.
Hye-ja Kim da vida a la Madre, en una actuación sensacional en su tremenda expresividad, el modo de moverse, correr, esa poderosa mirada, la forma en que transpira el dolor, de una intensidad que rasga, conmueve y a la vez turba su modo de ‘proteger’ a su hijo ("Tú y yo somos uno", le dice a su retoño), proyectando una determinación conmovedora, actuación cargada de ambigüedad, pues estas con ella, pero llegados a un punto te das cuenta que ella no busca la inocencia de hijo tanto como liberarlo, y en este sentido no tiene límites, y ello resulta cortante para el espectador, llegando a trasladar impresión patológica de Complejo de Agripina. Maravillosa labor; Won Bin da vida al hijo Yoon Do-joon, personaje típico de disminuido mental, buenazo, inocente, tímido, y con una velada vena libidinosa (reflejada cuando sigue a una joven de noche), lo hace bien, pero sin nada especial en un rol que los actores suelen gustarse, teniendo su momento se sale de lo preestablecido cuando discute con al madre en prisión; Resto de secundarios cumplen sin sobresalir.
Joon-Ho expone su habitual sentido lírico en muchos momentos, ya desde su inicio en que vemos a la madre por un prado en plano sostenido acercarse a la cámara y en primer plano comienza una música de guitarra y ella arranca a bailar durante los créditos. El baile de la madre con sentido narrativo circular. Tras esto saltamos a una escena excelentemente filmada en su sentido dramático, vemos a la Madrre cortar con una cuchilla unas hierbas, ello en su oscura tienda, mientras observa en el exterior luminoso del día a su hijo jugar con un perro, sentimos que se va a cortar. Vemos en subjetivo al hijo en un a toma Fordiana enmarcado por la puerta, hasta que se porduce un ccuasi-accidente y la catarsis.
Para a continuación desarrollar un relato amor materno-filial cuasi-enfermizo, ultra-protector, representado de modo cuasi-patológico cuando vemos a la Madre dar de comer caldo de un cuenco a su hijo mientras este orina en la calle contra una pared, la micción corre calle abajo y la madre intenta ocultarla restregándola con sus pies, ejemplificando su carácter de cuidadora y ocultadora de las taras de su filio. Esta relación cuasi incestuosa se ve reforzada cuando vemos que los dos duermen juntos, a pesar de que el hijo tiene 27 años. Por ello es verosímil la actuación de la madre cuando su ‘niño’ es encarcelado y su visceralidad convirtiéndose en allanadora de casas, espía, interrogadora, pistolera y hasta asesina si se tercia para defender a su vástago. Ello embarcando al espectador en un desarrollo cargado de intriga, donde la percepción de lo real y lo imaginado es bastante tenue. Fruto de ello es su final nada claro, abierto a interpretaciones, esto realmente enriquece la complejidad del relato, pues al final nos damos cuenta de que no es tan importante si el hijo lo hizo o no, si no saber hasta dónde está dispuesta a llegar la madre para defenderlo. Entrando en las zonas grises de la moralidad, donde la única salida al sentimiento de culpa es tratar de olvidar.
De la puesta en escena destaca la dramática cinematografía de Kyung-Pyo Hong (“Snowpiercer” o “Parásitos”), dotando de poesía visual a los fotogramas, con encuadres singulares, el modo de filmar los charcos con intensidad (los de orina, agua, o sangre), la forma en que juega con los claroscuros y las penumbras, los expresivos primeros planos, labor coronada con ese último plano velado de un autobús de gente bailando.
Hye-ja Kim da vida a la Madre, en una actuación sensacional en su tremenda expresividad, el modo de moverse, correr, esa poderosa mirada, la forma en que transpira el dolor, de una intensidad que rasga, conmueve y a la vez turba su modo de ‘proteger’ a su hijo ("Tú y yo somos uno", le dice a su retoño), proyectando una determinación conmovedora, actuación cargada de ambigüedad, pues estas con ella, pero llegados a un punto te das cuenta que ella no busca la inocencia de hijo tanto como liberarlo, y en este sentido no tiene límites, y ello resulta cortante para el espectador, llegando a trasladar impresión patológica de Complejo de Agripina. Maravillosa labor; Won Bin da vida al hijo Yoon Do-joon, personaje típico de disminuido mental, buenazo, inocente, tímido, y con una velada vena libidinosa (reflejada cuando sigue a una joven de noche), lo hace bien, pero sin nada especial en un rol que los actores suelen gustarse, teniendo su momento se sale de lo preestablecido cuando discute con al madre en prisión; Resto de secundarios cumplen sin sobresalir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Jin-Tae me resulta un tanto incoherente su rol, un chantajista que quiere ayudar a su supuesto amigo, no me lo creo, me chirría su modo de actuar; Me queda bastante extraño (siendo benévolo) que en el rush final aparezca un poli y le diga a la Madre que han atrapado al criminal y van a soltar a su hijo. El ‘asesino’ el poli lo pinta como un peligroso tipo que ha huido de un psiquiátrico. Primero me resulta metido con calzador que dejen a la Mater ver al tipo, a Santo de qué? Pero es que la sorpresa es enorme cuando vemos que es un pobre hombre con síndrome de dawn, y no entiendo lo del peligroso criminal que nos habían anunciado; Tampoco entiendo (mis entendederas pueden no ser muy allá) lo de la historia que cuenta el hijo a su madre, que recuerda que intentó envenenarlo de niño, no se nos da explicación del motivo, solo que la Madre quiso hacerlo, pero poco, por ello puso poco veneno (¿?), pero que idiotez es esa. Esta sub historia se la podrían haber ahorrado.
Al final queda una madre que es capaz de matar por su hijo, no buscaba hallar su inocencia, solo librarlo de la condena, aunque ello tuviera que matar al chatarrero, y convertirse en asesina. Es añade matices a la típica madre protectora.
El final (un tanto críptico pues no sabemos dónde va en bus) resulta muy lírico, viajando sola en un autobús, vemos que la Madre se pone una aguja de acupuntura en la pierna, es para olvidar su crimen. Entonces la cámara desde afuera a contraluz hace una toma y se cierra de modo circular el film, con la música del inicio y la vemos danzar dentro del vehículo, símbolo de que ha olvidado.
Me queda un film ameno y reflexivo de los que te dejan marca, aun con sus defectos. Fuerza y honor!!!
Al final queda una madre que es capaz de matar por su hijo, no buscaba hallar su inocencia, solo librarlo de la condena, aunque ello tuviera que matar al chatarrero, y convertirse en asesina. Es añade matices a la típica madre protectora.
El final (un tanto críptico pues no sabemos dónde va en bus) resulta muy lírico, viajando sola en un autobús, vemos que la Madre se pone una aguja de acupuntura en la pierna, es para olvidar su crimen. Entonces la cámara desde afuera a contraluz hace una toma y se cierra de modo circular el film, con la música del inicio y la vemos danzar dentro del vehículo, símbolo de que ha olvidado.
Me queda un film ameno y reflexivo de los que te dejan marca, aun con sus defectos. Fuerza y honor!!!