En contra de toda teoría evolucionista: la magia y el genio no son algo heredable. Y por ello no podemos buscar en Alison reminiscencias del inmaculado halo de su padre. No podemos buscar similitudes ni paralelismos aún cuando diez años después de su aparición en "Medianoche en el jardín del bien y del mal", reaparezca -ésta vez trás las cámaras- con parte del reparto que el genio de su padre usara en "Mistyc River".

No se pueden vender argucias baratas rodeadas de sentimentalismo buscando la lágrima fácil en una historia que no engancha. No podemos mezclar un suicidio en las vías del tren con un maquinista loco de dolor ante la inminente muerte de su mujer. No se puede mezclar a base de moralina el resurgir de una ilusión en un hogar que no creía en las segundas oportunidades.

Es cierto que Alison logra -al menos en mi caso- la lágrima, pero de una manera terriblemente reprobable; con muy poca clase y fallos de novata. Es también reprobable el uso que, en su película, hace la de música; solapando carencias de guión y silencios nada perturbadores.

Esperemos que los próximos trabajos de la directora gocen de calidad, guión y escuela; tres cosas que de momento hemos echado de menos en éste trabajo. Y si no... siempre puedes pedirle consejo a papá.