Mary y Max es una bellísima película animada que nos da todo lo que el corazón puede desear.
Mary es una niña australiana, solitaria y con unos padres de pena. No hay nadie que le de apoyo moral cuando se siente fea, (y le pasa a menudo) nadie a quien pueda contarle que en el colegio se burlan de ella.
Un día, en la oficina de correos, escoge al azar un nombre de la guía telefónica , el de Max Horowitz, un neoyorquino, también solitario, judío, obeso y, para más inri, con el síndrome de Asperger; es entonces cuando empieza su particular y entrañable historia.
A medida que transcurre la película no podemos sino empatizar con los los protagonistas, somos partícipes de la gran amistad que va surgiendo entre ellos y de lo mucho que se necesitan.
No podremos evitar que la ternura nos invada constantemente y está bien. Son tan pocas las películas que tocan el corazón de esa forma...
Un consejo, vedla en versión original.