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España España · La Solana
Voto de Raul:
8
Drama La historia transcurre en una aldea transcaucasiana en los primeros tramos del siglo XX. Es una aldea rural detenida en el tiempo, sometida a un sistema de costumbres tan cruel como primitivo, en el que se paga un alto precio por defender el amor o el derecho a soñar. (FILMAFFINITY)
10 de abril de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable sorpresa la que me he llevado con esta gran película. Es una cinta única, con una mezcla extraña y fascinante de neorrealismo, surrealismo y comedia que te deja con la sensación de haber degustado una de esas obras de arte prácticamente desconocida para el gran público, pero que dignifica aún más, si cabe, este medio de expresión artístico tan maravilloso que es el cine.

La obra de Abuladze es singular y única, ya que nos permite ser testigos de la vida de un pueblo anclado en el tiempo. Es un pueblo de montaña transcaucasiano en el que parece que no haya pasado el tiempo, y en el que se mantienen viejas y férreas costumbres que nos muestran la cara y la cruz del ser humano. La vida en el pueblo depende absolutamente de la naturaleza; de la tierra, de los animales, del clima y de los cultivos. No existen instituciones tales como la escuela, cárceles o servicios sociales y todo se resuelve según la justicia y las costumbres del lugar. Esto hace que se produzcan situaciones especialmente humillantes para las personas del pueblo que muestran o expresan actitudes diferentes, tal es el caso de la malograda Pupala, del amor real y verdadero de Marita y Guedio o del memorable personaje revolucionario que arrastra consigo a niños y niñas.
En el pueblo confluyen personajes antológicos, como el ya mencionado, revolucionario, que va predicando sus ansias de liberación y de progreso, el patriota, los curas, la mujer que se aleja del modelo de mujer y que no duda en coquetear y mostrar sus encantos sin importarle las críticas, el tío Tkitskore, una especie de cacique que gobierna el lugar y que es perfecto símbolo del yugo que ejercen esas costumbres ancestrales...

Es absolutamente cautivador como cada personaje representa su papel en el pueblo, mostrando las luces y las sombras de un sistema de vida caduco, pero del que haríamos bien en aprender algunas cosas para superar nuestros sistemas capitalistas, individualistas y megaconsumistas.

Por otro lado nos muestra una historia de amor pasional y tierna entre dos seres puros y angelicales que se ven sometidos a la tiranía de la ruindad de un sistema de valores cruel y desesperanzado. Es un amor condenado al fracaso en un pueblo en el que prima la imagen y el capital económico. Es un amor condenado al olvido en un pueblo en el que si te sales levemente del rol que te ha tocado representar como mujer/hombre pagas un altísimo precio y es un amor que por mucho empeño que se ponga en erradicarlo, seguirá vigente y resplandeciente cada segundo de la existencia, aún después de la muerte.

Advierto también, en contraposición a lo que he expuesto anteriormente una enorme alegría de vivir, especialmente en los niños y niñas del pueblo, aspecto este que se muestra de una manera magistral con primeros planos de los niños y siguiendo también sus andanzas y desventuras, de manera que ellos y ellas adquieren cierto protagonismo. De hecho me encanta que en esta película el protagonismo recaiga en la comunidad y no en ningún individuo en particular. Es una forma de hacer cine muy alejada de la industria Hollywodiense.

Me gustaría también, como siempre, detenerme en los aspectos técnicos. La forma de filmar y narrar la historia es marcadamente naturalista. Es como si la cámara fuese una observadora más, una confidente y testigo de las andanzas y vivencias de cada uno de los personajes del pueblo. Aunque pueda parecer que ese naturalismo le hace perder su carga poética, nada más lejos de la realidad. Tanto el comienzo, como los últimos diez minutos se convierten en pasajes de un arrebatador lirismo.

En definitiva nos encontramos ante una película dotada de un realismo poético y de un naturalismo lírico que la hace diferente e indispensable. Verla es una experiencia única, que nos hace más humanos, más conscientes y un poquito más felices.

Enorme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Raul
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