No descubro nada si destaco la importancia de la impresionante filmografía de Fritz Lang, en algunas de sus películas, como por ejemplo ésta, hace una llamada a la conciencia del protagonista, y lo que ésta le dicta se vuelve decisivo en el desenlace de la trama, es un tema recurrente que Lang utiliza como casi todo lo que el hacia con enorme sabiduría.
Me sorprendió muy gratamente esta cinta, tanto en su planteamiento, algo largo al principio hasta que comienza la acción, en su desarrollo, con escenas, diálogos e interpretaciones extraordinarias, y en su desenlace, no el que yo hubiera deseado, pero potente sin duda, con una Sylvia Sidney y un Spencer Tracy pletóricos, por muy duro que seas es imposible verlos y que no se te salten las lágrimas. Son momentos de esos impagables que el cine nos regala, en los que la emoción se palpa y un nudo se coloca en tu garganta, después piensas y dices, demasiado tendenciosos, tal vez sensibleros, quizás buscando descaradamente eso, es posible, pero cuando están tan bien rodados y tan bien interpretados, lo demás casi carece de importancia.
La historia que nos narra Lang es tremenda, y podría ser perfectamente cierta, por lo menos en lo que se refiere al comportamiento de las masas, es increíble ver como vierten sus frustraciones y sus miserias en un cabeza de turco, y luego en esas comunidades tan cerradas como se protegen los unos a los otros, aunque solo sea por temor, a pesar de que con ello estén escondiendo hechos y sucesos abominables.
Magnifico guión, maravillosa narración, convincentes y en algunos momentos (especialmente a cargo de Sylvia Sidney) estremecedoras interpretaciones, lástima que el final no sea del todo de mi agrado, de ser así seria redonda.