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España España · valencia
Voto de el feroz:
8
Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2021
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Si predicador-Eastwood, por un casual e imposible "crossover", se hubiera enfrentado en duelo a Shane-Ladd probablemente se hubieran matado o herido el uno al otro. probablemente nadie hubiera ganado, pero mientras Shanne se hubiera limitado a esperar extático, Predicador hubiera lanzado al suelo un escupitajo de tabaco mascado. El rostro de Shanne hubiera reflejado frialdad, y su boca una apenas esbozada sonrisa de indiferencia. El del Predicador desprecio absoluto, adusto, terrible con la boca ensayando un rictus amargo de total displicencia Tales son las diferencias y las similitudes.

Y es que, por mucho que algunos críticos arrobados por la innegable calidad de Eastwood lo nieguen o lo pongan en duda, "El jinete Pálido" si no un homenaje, es por lo menos, una amarga, casi pesimista se podría decir, revisión o reflexión del inmortal film de George Stevens. El director de la estupenda "unforgiven" no podría convencer de lo contrario ni aunque lo jurase por la cabeza de su madre.

Tampoco necesita negarlo, porque Eastwood realiza, sin duda su propia película, con todos las maravillosas cualidades que son su particular tributo al cine, y lo hace de una manera tan personal como solvente.

Prescindiendo de la poética imaginería de Stevens, para sustituir paisajes de hermosas montañas salvajes, casi utópicas, y mostrando en su lugar la distopía mucho más sórdida de los campamentos de mineros, a través de una fotografía cruda y realista, Eastwood nos sorprende una vez más con lo que, a pesar de lo dicho, es un hermoso western lleno de necesaria violencia, que no cede a las escasas concesiones a lo romántico, mucho más escuetas y menos insinuadas que en "Raíces profundas"

"El jinete pálido" de esta manera, se convierte en una película menos intimista y mágica que su supuesta predecesora, si se quiere, pero la vez más adulta, dotada de más fuerza, como si de alguna manera, su antecesora, bastante distinta en cuanto a los elementos de la trama por otra parte, hubiera madurado o envejecido sustituyendo los hermosos idealismos de la juventud con el cierto nihilismo desencantado de la madurez provecta en la persona del Predicador, muy lejos en este aspecto, de la personalidad triste, hasta cierto punto esperanzada y crédula en el ser humano que era propia de Alan Ladd-Shanne. Quizás se podría decir, como diferencia añadida que éste abandona el hogar a su pesar, El Predicador lo hace por desapego absoluto, un desapego en el que no falta cierto desdén hacia los mismos a los que defiende.

Con esa voluntad de "adultez", la admiración propia del despertar al mundo, de la infancia, se sustituye por el despertar de la pubertad y el enamoramiento pueril-adolescente, tan irreflexivo como imposible.

Como colofón de este estupendo especímen cinematográfico-homenaje, Eastwood, en su línea se da el gustazo de filmar un extraordinario duelo colectivo lleno de buen pulso y suspense, si es que esta cualidad cabe en una lucha de estas características, en donde asistimos a una de las expresiones de muerte mejor interpretadas que yo he visto en toda mi "cinéfila" vida. La del poco conocido John Russel interpretando a un casi fantasmal sicario, en registros muy lejanos de sus heroicos papeles televisivos.

Refrescante y cautivadora.
el feroz
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