Película que cuenta con un argumento sencillo y eficaz que va directo al grano, consiguiendo captar la atención del espectador desde el primer momento.
Un francotirador parece decidido a acabar con las vidas de los inquilinos de un apartamento los cuales, una mañana cuando se levantan y siguen sus vidas como de costumbre, son atacados por una lluvia de balas.
Sin esperarlo, y en apenas una fracción de segundo, la vida tranquila de los inquilinos se torna en una pesadilla asfixiante y claustrofóbica, ya que se encuentran a merced de un francotirador implacable, siendo prisioneros de su propio hogar.
Desde el inesperado y sorprendente primer impacto de bala se hace patente el riesgo que corren los protagonistas con tan sólo dar un paso.
Película contada con pocos elementos, a partir de un guión sencillo que logra mantener al espectador pegado al asiento para contemplar el desarrollo de lo que acontece en el edificio acosado por el francotirador.
Las respuestas y motivos del ataque se irán encontrando progresivamente, aunque el inicio de la película deja muy claros cuáles pueden ser.
El director juega con la tensión e introduce en los momentos necesarios ataques y situaciones de peligro que no dejan, ni al espectador ni a los protagonistas bajar la guardia y hace prestar la máxima atención.
Sin contar con grandes interpretaciones, la atmósfera de tensión y riesgo que se respira hace que sea creíble lo que se cuenta, sin que el espectador llegue a plantearse cómo puede ser que un único francotirador pueda disparar en tantas direcciones.
Ofrece una pequeña crítica a una sociedad pasiva, que no defiende al indefenso y que ni ve, ni escucha, ni habla sobre las injusticias de las que es testigo.
Hace que el espectador llegue a plantearse ciertas cuestiones de cómo actuaría él ante ciertas situaciones de peligro que no le conciernen.
Dentro de su simplicidad y sencillez cubre con creces sus pretensiones, logrando crear un relato de suspense y terror entretenido y bien construido.