El cine es un medio donde todo tipo de artistas oueden hacer galar y mostrar su impresión del arte. Los hay de todo tipo, de más convencionales, a más arriesgados, atrevidos, bizarros, peculiares, etc. Lo que está claro, es que el celuloide es un vehículo cultural que perimite el expresionismo y la manifestación del arte de cada individuo.

No creo alejarme mucho de la realidad cuando expongo que durante los años 90 se inició una reinvindicación a hacer un cine más independiente y personal por parte de grandes autores que mostraron su gran e irreverente talento, como pudieran ser Kevin Smith, el director de la cinta que ocupa esta crítica, o incluso Quentin Tarantino.

"Clerks" no abandona su condición de ser un experimento, una obra que costó la baja suma de 27.000 dólares donde su autor únicamente colocó una cámara ante sus actores filmándoles en un pobrisímo blanco y negro careciendo de todo tipo de medios y recursos.

El resultado final es una película poco cuidada y no muy bien hecha, pero con un pulso narrativo y fuerza increíbles que hacen de su visión algo obligatorio gracias a sus divertidos, sublimes y sincerisímos diálogos, que tocan la fibra humana con una habilidad y humanidad pasmosa pasmosa.

Kevin Smith reinvindicó una nueva forma de hacer cine independiente, y lo hizo con su increíble talento en construir unos personajes, diálogos y situaciones lo más sinceras y humanas posibles y con escasos 27.000 dólares para poder expresar su mensaje.

¿El resultado? No estamos ante el mayor début cinematográfico de la historia, técnicamente, la cinta está poco cuidada y apena verla en tales condiciones, pero sin ninguna duda estamos ante una de las mayores odas y manifestaciones de una nueva expresión del cine, iniciada por un joven director con un talento inabarcable. Otra muestra de la importáncia del talento y habilidad del autor y no de sus recursos. "Clerks", al igual que su director, eran necesários para el cine y para dirigirlo hacia un nuevo rumbo. Brillante y necesária.