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España España · Madrid
Voto de Daniel:
1
Thriller Un equipo del FBI debe enfrentarse a una banda de criminales expertos en magia que se dedican a atracar bancos. Son "los cuatro jinetes”, un grupo formado por los mejores ilusionistas del mundo. Durante los atracos, siempre contra hombres de negocios corruptos, hacen llover el dinero robado sobre los espectadores, ante la atónita mirada de un equipo de élite del FBI que les sigue la pista. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2013
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta tarde de agosto, se me ocurre que puede no ser mala idea la de meterme en una sala de cine, que están refrigeradas, en la sesión de las 16:30, para salvarme de la ardiente flema de la sobremesa. Como no tenía nada especial para ver, y carecía de referencias, veo que aquí están Michael Caine y Morgan Freeman, y me meto a ver esto. Nada más empezar y ver el estilo, me dan ganas de irme, aún después de haber pagado los ocho euros de la entrada, pero el disuasorio calor de fuera me hace quedarme y la aguanto hasta el final, apenas sin mirarla para descansar los ojos del tropel de tonterías de que consta este engendro, a un ritmo atropellado. Intento aprovechar para descabezar una siesta, pero la estruendosa e insoportable banda sonora lo hace imposible.
Hablando de la película en sí, es el perfecto bodrio: el guión es una delirante estupidez que es imposible que se le ocurra a un guionista normal por malo que sea. La dirección es ya de un aberrante que asusta: ni la más mínima idea de eso que llamaban el ritmo cinematográfico, con sus partes, nudos, pausas y silencios (es parecido a la música), que preparan estallidos de acción física o emocional, etc.; aquí son casi todo planos de menos de un segundo, movimiento continuo, golpetazos, todo saturado, mareante, apalizante e imposible de mirar; explosiones y toda la consabida parafernalia cutre con la que se trata de disfrazar que, sencillamente, no hay película ni nada que contar ni la más mínima idea de cómo hacerlo.
Los responsables del cine, refiriéndome a los que últimamente deciden cuál película se financia y cuál no, antiguamente, como es sabido, tenían una frase: “el público, mentalmente, tiene doce años”; pues bien, ahora le han añadido: “… y, además, es simplón y bobo”.
El resultado es que éramos siete espectadores en una sala bastante grande. Y no me extraña. El cine no se muere, lo están matando.
Daniel
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