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Voto de El Fauno:
9
7,2
124.414
Fantástico. Romance. Drama
Un hombre (Brad Pitt) nace con ochenta años y va rejuveneciendo a medida que pasa el tiempo; es decir, en lugar de cumplir años los descumple. Esta es la historia de un hombre extraordinario, de la gente que va conociendo, de sus amores y amistades, pero sobre todo de su relación con Daisy (Cate Blanchett), la mujer de su vida. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2009
34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede una película abarcar la esencia de la vida? ¿Puede una película emocionar de una manera tan honda, que sientas que difícilmente vayas a poder ver algo parecido en bastante tiempo? Son pocas las que lo consiguen, pero esas pocas siempre las recordamos. “Amelie” es ya el paradigma cinematográfico de la felicidad; “Lost in Translation”, la sutilidad hecha cine; “American Beauty” la opera prima más recordada de los últimos 10 años, y “El Curioso Caso de Benjamin Button” la película que definitivamente ha consagrado a David Fincher a los anales de la historia del cine, confirmado ya su talento con una deslumbrante carrera.
La historia que aquí se nos presenta, narrada (para quienes lo desconozcan) en clave de realismo mágico e inspirada en un relato del autor de “El Gran Gatsby” F. Scott. Fitzgerald, viene a contarnos las desventuras vitales de un hombre con el extraño “don” de crecer rejuveneciendo. Mientras él muere de joven, los demás lo hacen de viejos. Mientras unos siguen el curso natural, él va contra el tiempo. A lo largo de su vida Benjamin crece, aprende, se enamora, le rompen el corazón, pierde la esperanza, la recupera, conoce a personas que le aman, y a personas a las que él amará de por vida. Realiza un circuito vital, básicamente, como cualquier persona, con la particularidad de que él va hacia atrás.
Esta idea, tan jugosa como peligrosa, da lugar a una sólida base sobre la cual Fincher construye el perfecto entramado de un guión milimétrico, (característica común en él) que posteriormente recubre de una fachada gruesa y hermosísima que da lugar a una película como pocas, de esas en periodo de extinción, que inevitablemente acaba revelándose como un film casi perfecto. Romántico, sí; recubierto de un esteticismo nada disimulado, también; con una profunda base de drama, por supuesto; con un guión que sigue una estructura perfectamente medida para conseguir aplausos, joder, pues claro;
Tal hecho no es críticable. Todas las películas nos manipulan emocionalmente, todas buscan provocarnos alguna emoción concreta, todas buscan meterse en nuestra cabeza, y activar algún resorte concreto de nuestra mente. Quien hace una película es porque pretende contar algo. La pretensión es algo inherente al cine, y no se puede decir que “El Curioso Caso de Benjamin Button” sea una excepción a la regla. Sus resortes emocionales pueden vislumbrarse más de una vez, pero están ensamblados con tal maestría, con tal finura, elegancia y gusto, que quien quiera fijarse en ellos y, como consecuencia, sentirse ultrajado, es que no se da cuenta de la honestidad tan sincera con la que ha sido levantada toda la historia. Es definitivo que se perderá algo grande, porque al fin y al cabo, uno de los núcleos de la cinta es el amor, ese elemento eterno que mueve nuestras vidas.
(continuo en Spoiler sin revelar nada)
La historia que aquí se nos presenta, narrada (para quienes lo desconozcan) en clave de realismo mágico e inspirada en un relato del autor de “El Gran Gatsby” F. Scott. Fitzgerald, viene a contarnos las desventuras vitales de un hombre con el extraño “don” de crecer rejuveneciendo. Mientras él muere de joven, los demás lo hacen de viejos. Mientras unos siguen el curso natural, él va contra el tiempo. A lo largo de su vida Benjamin crece, aprende, se enamora, le rompen el corazón, pierde la esperanza, la recupera, conoce a personas que le aman, y a personas a las que él amará de por vida. Realiza un circuito vital, básicamente, como cualquier persona, con la particularidad de que él va hacia atrás.
Esta idea, tan jugosa como peligrosa, da lugar a una sólida base sobre la cual Fincher construye el perfecto entramado de un guión milimétrico, (característica común en él) que posteriormente recubre de una fachada gruesa y hermosísima que da lugar a una película como pocas, de esas en periodo de extinción, que inevitablemente acaba revelándose como un film casi perfecto. Romántico, sí; recubierto de un esteticismo nada disimulado, también; con una profunda base de drama, por supuesto; con un guión que sigue una estructura perfectamente medida para conseguir aplausos, joder, pues claro;
Tal hecho no es críticable. Todas las películas nos manipulan emocionalmente, todas buscan provocarnos alguna emoción concreta, todas buscan meterse en nuestra cabeza, y activar algún resorte concreto de nuestra mente. Quien hace una película es porque pretende contar algo. La pretensión es algo inherente al cine, y no se puede decir que “El Curioso Caso de Benjamin Button” sea una excepción a la regla. Sus resortes emocionales pueden vislumbrarse más de una vez, pero están ensamblados con tal maestría, con tal finura, elegancia y gusto, que quien quiera fijarse en ellos y, como consecuencia, sentirse ultrajado, es que no se da cuenta de la honestidad tan sincera con la que ha sido levantada toda la historia. Es definitivo que se perderá algo grande, porque al fin y al cabo, uno de los núcleos de la cinta es el amor, ese elemento eterno que mueve nuestras vidas.
(continuo en Spoiler sin revelar nada)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El amor de un envejecido Brad Pitt perfectamente digitalizado; de una bellísima Cate Blanchett, que pocas veces había resultado tan cercana y tierna; de una Julia Ormond en uno de los papeles más empáticos de su carrera. Pocos filmes consiguen hablar de temas tan trascendentales (la vida y sus oportunidades, nuestras decisiones y como decidimos afrontarlas), sin resultar pedantes y artificiales. Fincher lo consigue mediante una historia ambiciosa, (por abarcar una vida, y por lo tanto, muchas emociones) pero no por ello sin resultar menos verdadera.
Una historia así, construida con la precisión de un relojero suizo, requería ambición y un gran ensamblaje. De cualquier otra forma, se habría venido abajo.
La cinta puede verse como un perfecto reloj suizo. Su alarma emociona (lloras en momentos puntuales, ries en otros tantos), su pulimentada superficie dorada encandila (sabes reconocer un precioso plano porque está construido para verlo). Sus agujas talladas se mueven a un compas armonioso (todos los actores estan perfectamente ajustados a sus papeles).
Es de metal (todo es artificial), vale, ¿y que más da?
Una historia así, construida con la precisión de un relojero suizo, requería ambición y un gran ensamblaje. De cualquier otra forma, se habría venido abajo.
La cinta puede verse como un perfecto reloj suizo. Su alarma emociona (lloras en momentos puntuales, ries en otros tantos), su pulimentada superficie dorada encandila (sabes reconocer un precioso plano porque está construido para verlo). Sus agujas talladas se mueven a un compas armonioso (todos los actores estan perfectamente ajustados a sus papeles).
Es de metal (todo es artificial), vale, ¿y que más da?