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Argentina Argentina · Argentina
Voto de Crotalus:
10
Drama Año 1977. Stella tiene once años y acaba de ingresar en un instituto de París. Su vida diaria transcurre en el bar que regentan sus padres: un refugio donde los obreros se entregan a la bebida, a las apuestas, al fútbol, y las veladas se alargan hasta el amanecer. Para ella, la vida escolar no es nada fácil, pues los estudios no son su fuerte. Además, las constantes humillaciones a las que se ve sometida por parte de profesores y ... [+]
3 de agosto de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De qué depende que una película rebase el umbral de sensibilidad del espectador o diste kilómetros de alcanzarlo? Como para cualquier otra obra de arte, la ubicación de ese umbral está en la experiencia del espectador: tanto de vida como en su formación como observador y valorador del arte en cuestión. Por eso, en los cuentos infantiles los malos son muy malos, además de feos, y los buenos son muy buenos, además de lindos, porque los niños aún no han acumulado experiencia suficiente para percibir lo sutil, lo que sólo se sugiere, lo que no se dice, que suele ser la mejor parte de toda obra para un adulto. Y por eso mismo también es que no hay juicios unánimes sobre el cine.
“Stella” es una joya que no ha sido valorada como se merece todavía. Sólo quinientas personas la han visto de los miles y miles de usuarios de filmaffinity. Confío en que el tiempo le haga justicia.
Por lo que leí, tiende a comparársela con “Los 400 golpes”, y si bien presentan similitudes (por ejemplo, ambas son francesas, autobiográficas y en ambas el problema de la familia disfuncional encuentra su salvavidas emocional en la amistad) no veo que el tono de la narración sea si quiera parecido. En una su protagonista es desenfadado y provocador (Antoine Doinel) y transgrede el orden permanentemente. En "Stella", en cambio, la historia transcurre por los andariveles de su vida interna, que sólo ella y, ahora nosotros, conocemos. Nos hace parte de su sufrimiento con el silencio que guarda, con la mirada que se pierde por la ventana en el cielo de París. Es una visión tan completa y tan perfecta de la vida de una niña de once años como no he visto ni leído nunca antes. Quizá el secreto de su excelencia esté en la generosidad de su directora que nos introduce en su propia historia, tal vez a modo catártico para ella y dándonos un permiso para la identificación por nuestra parte.
Si un mérito puede atribuírsele a esta película es que es auténtica, no porque narre los hechos tal cual fueron, sino porque en cada escena se encuentra el fondo visceral; no hay trucos, no hay maniobras ni mucho menos golpes bajos, hay verdades que brotan en cada escena, verdades que esperaron décadas para ser dichas, o más bien, gritadas con la grandeza del arte. Y Sylvie Verheyde encontró en esta pequeña y maravillosa actriz que es Léora Barbara el vehículo perfecto para ser sus ojos y su voz.
Para ver con la mente y el corazón bien abiertos, en una noche en la que uno tenga ganas de reflexionar sobre la amistad, las instituciones, las oportunidades, la soledad, las diferencias socioculturales, el azar, el destino, el amor, la indiferencia y también sobre la propia infancia y lo que hemos llegado a ser.
Crotalus
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