Me ha parecido una película magnífica dentro de la dureza de lo que nos narra: el rescate, o el intento de rescate de un menor en manos de una familia, indirecta, que más bien -o debiera decir más mal- le perjudica… (eso sí, el retrato de esos villanos está bastante acentuado y el buen hacer de Lesley Manville en muchas otras ocasiones, se ve empañado aquí: 1) por una peluca rubia tirando a Cruella de Vil... 2) por un concepto devastador en torno al matriarcado más nefasto… Claro que si esto no fuera así no sucedería lo que acaba sucediendo).

Pero allí están ellos, Kevin Costner y Diane Lane iluminando la historia con su estupenda madurez y dándolo todo que se dice a través de complicidades, pequeños gestos en común y hasta incluso desaires que más que separarlos les une. Yo, desde el primer momento me he creído absolutamente lo que les iba pasando gracias a esa química perfecta traspasando la pantalla hasta la fila doce, butaca número siete de dónde he sido abducida y trasladada con ellos a finales de los sesenta en ese viaje imprevisto que nos tiene el alma en vilo con su arco emocional repleto de contenido pero sin enfatizarlo apenas y con los diálogos justos.

La fotografía también me ha parecido muy bella así como su banda sonora y por lo que a mí respecta me quedo ya con el nombre de su director, productor y adaptador, prácticamente desconocido diría al menos por estos lares, y que ha partido de la obra original del profesor, novelista y poeta Larry Watson, dicho quede también.