Tras quedar enamorada, maravillada y fascinada por "Kuolleet Lehdet" (2023) hasta el punto de haberla visto al menos tres veces, en un periodo relativo corto de tiempo, decidí por fin seguir explorando la filmografía de éste director y hoy llegó el turno de comentar "La chica de la fábrica de cerillas" (o fósforos como decimos en Argentina).

Es la tercera cinta de Aki Kaurismäki que veo y ya me voy familiarizando con su estilo, el cual me encanta, su composición de personajes, el contexto de estos, y los elementos que siempre estarán presentes en su cine, como la música y los bares repletos de personas bebiendo con pena. También algún acontecimiento triste real que conmociona a la humanidad y contemporáneo a sus películas, por ejemplo recuerdo la introducción de la guerra Rusia/ Ucrania en "Kuolleet Lehdet", y aquí la masacre de Tiananmen.

Iris es maravillosa ¿A quién no le gustaría ser su amiga?, bueno al director que decidió rodearla de sujetos cada cual peor que el otro. Extremadamente solitaria pero por elección de los demás, no suya. Ella lo intenta, es trabajadora, sale porque podría elegir aislarse y muy por el contrario decide ir de copas, le gustaría estar en pareja, le hace ilusión la idea y todo esto lo notamos en pleno silencio. La película tiene muy pocos diálogos, lo cual, enfada a varios espectadores y es entendible pero todo te queda claro, afortunadamente no hay ni voz en off ni soliloquios.

A medida que la historia avanza, nuestra simpatía y empatía hacia la protagonista debería disminuir, pero eso no ocurre, de hecho me volví su cómplice a un nivel en el que hasta llegué a asustarme de mis propios pensamientos.

No la recomiendo al público en general, sino a quienes están como yo descubriendo el universo Kaurismäki.