A mi me gusta el cine argentino desde hace mucho gracias a un amigo argentino que me prestaba películas que se trajo de su país. Y le he cogido un gusto particular muy agradable a ese cine.

A mi Rodrigo Grande me da lo que busco, ni más, ni menos. Quería ver una peli que me enganchara al menos un par de horas para estar ocupado y a la vez entretenido y a poder ser, intrigado y lo hace con creces. En ningún momento imaginé que fuera en esa dirección, más bien pensaba que me iba a encontrar con algo más acerca de la minusvalía física del dueño de la casa. Un hombre en silla de ruedas, viviendo en plan llanero solitario y de repente le llega una chica atractiva, simpática y con aires seductores acompañada de su hija para alquilarles un cuarto de su casa.

Desde el mismo momento que vemos como mata el tiempo en el sótano de la casa y se pone a escuchar a través de las paredes, nos iremos introduciendo en una historia muy rocambolesca que al menos yo no me esperaba, que me encantó la dirección que tomó. Esa atmósfera de Hitchcock en la ventana indiscreta, navega incesantemente por la película y se va increscendo a medida que vamos descubriendo más acerca de lo que pasa en la casa de al lado.

Indudablemente le resta mucha credibilidad porque no me creo casi nada de lo que veo en lo que a condición física se refiere, pero oye, que queda muy cojonudo en pantalla y te hace la historia más interesante y grandiosa. Otra cosa que me ha gustado, aunque se toca muy por encima, es el problema del habla de la chica y su motivo, es como la excusa perfecta para lo que vendrá a continuación y se podría haber sacado más partido a ese tema y alargarlo mucho más.

En cuanto a las actuaciones, no puedo poner ni una pega. Leonardo está magistral, apartando lo reseñado anteriormente, está muy creíble y es el que lleva el peso de la trama. Clara Lago cumple muy bien con su personaje, un ser sensual y de dudosa confianza y me ha encantado el esfuerzo que ha hecho para copiar el acento argentino. Pablo Echarri considero que aporta la fuerza suficiente para tomarte al malo en serio y es de agradecer. Sin un malo de calidad, el producto puede parecer hasta ridículo. ¿Y qué decir de Federico Luppi? Un lujo su sola presencia en pantalla.

Y como puntilla, es la peli que he utilizado para probar mi nuevo reproductor de Blu-ray.